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LA PROVINCIA DE FF» MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA bre y la de la Concepción y Anunciación, si no es que venga en tiempo pascual, y en la de N. P. S. Francisco, y en los mismos días se haga la disciplina en el refectorio» (72). Asimismo se confirmaron las ordenaciones que estaban mandadas para toda la Provincia «de no hablar ni escribir a monjas ni a mujeres que están en clausura, ni tomar ni tener chocolate», y también las dadas para los conventos particulares, que luego indefectiblemente se repiten en todos los Capítulos: «de no cazar en El Pardo, ni de nego­ ciar o pedir en Madrid, ni nadar en Toledo, ni comer en la ciudad» (73). No fueron tampoco menos importantes las disposiciones dadas so­ bre los estudios, al establecer no sólo que hubiese Maestro de nuevos, que sin duda debía haber ya anteriormente, sino un Maestro de Gra­ mática, con el fin de que los tres años que debían pasar los coristas después del noviciado y antes de ponerse al estudio, no sólo se dedi­ casen a la formación espiritual, sino a completar la formación literaria, sobre todo aquellos que no la traían al ingresar en la Orden (74). Pero el P. Provincial, Cristóbal de Morentin, estaba ya gastado y achacoso. «Varón de mucha oración y penitencia», de quien se refiere haber recibido del Señor gracias y favores extraordinarios, muy ejem­ plar y competente, sólo gobernó la Provincia un año (75). A mediados de agosto de 1645 dió comienzo a la visita por el convento de Segovia. En el camino cogió una disentería tan fuerte, que a los pocos días de su llegada, el 31 de agosto, fallecía, siendo enterrado en la cripta de la iglesia de aquel convento. El cronista termina con estas palabras su biografía: «Después de una vida gastada en guarda perfecta de su Regla, subió a gozar el pre­ mio de sus merecimientos, dejando a los hombres común fama de san­ tidad» (76). Pero pudo terminar su carrera mortal, satisfecho de haber pre­ senciado y aun fomentado un glorioso movimiento intelectual, que ha­ bía comenzado ya a renacer pujante en la Provincia. Me refiero a los primeros libros salidos de la pluma de Capuchinos castellanos y que entonces vieron la luz pública. El primero de todos fué la traducción de los Anales de Boverio, hecha por Fr. Francisco Antonio de Madrid Moneada (77)- Del segundo fué autor el P. Leandro de Murcia, y era ( 72 ; ED, p. 31 . ( 73 ) Ibid., p. 32 . ( 74 ) Ibid., p. 30 . (75) Cfr. A nguiano , La Nueva Jerusalén, o. c., pp. 315 - 16 . (76) M onzón , ms. c., p. 422. , (77) Se imprimió con el siguiente título: Primera pane de las C¡tronicas' de ios ^ railes Menores Capuchinos de N. P. S. Francisco , traducidas de la lengua latina en castellana de los Anuales que escrivio Nuestro Doctiss .0 y Rmo. P. F. Z a - ch a ria s B o v e rio d e S a lu cio Diffor. Gen. y su mayor Chronista. Por el P. F. F ra n -

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