BCCCAP00000000000000000000155

114 LA provincia de ff . mm . capuchinos de castilla acuerdo común, porque con ocasión de la largueza en proveernos de las limosnas no se introdujese alguna relajación en demasía, se ajusta­ ron a un género de moderada abstinencia que se pudiese guardar de todos, como ahora, sin permitir en ninguna manera se diese carne a cenar, sino solamente una ensalada cocida o cruda; dar los viernes solamente un plato de hierbas y tal vez acompañadas con un poco de escabeche u otro pescado, sin exceder el límite de un solo plato. Antes de comer este día [el viernes] hacían todos la disciplina, como es cos­ tumbre y constitución para los nuevos y novicios, añadiéndose a esto que los Advientos y Cuaresmas eran los ayunos los viernes en pan y agua, hincados de rodillas, y los lunes y miércoles solamente se daba a comer una cosa, como los viernes de entre año, y todas las noches se hacía disciplina, como se acostumbra por constitución en la Semana Santa. La descalcez se introdujo también muy rigurosa sin la permisión del uso ordinario de las sandalias, y lo mismo fué en el vestuario, no permitiéndose la túnica si no es con mucha necesidad y ésta sólo a los frailes ancianos; y asimismo en todo lo demás, que todo se trataba con aprieto y estrechura» (28). Esa fué la vida de extremado rigor, de retiro, de apartamiento del mundo, de suma pobreza en los individuos y en los conventos, carentes de conveniencias temporales; vida de estrechísima observancia regular, siendo los actos de comunidad tan indefectibles a sus horas, que por ningún caso se diferían o adelantaban, y «aun si por alguna grave ur­ gencia faltaba a ellos algún particular, se tenía como por afrentado»; vida, en fin, que podríamos resumir en dos palabras: oración y peni­ tencia, a que se añadía, como actividad necesaria y externa, el aposto­ lado de la predicación, pero no el del confesonario, como veremos en Ja segunda parte de este primer tomo. Las biografías que a su vez allí trazaremos de algunos de aquellos religiosos, fallecidos antes de la división de la Provincia y notables por sus virtudes, corroborarán esa vida de ejemplar santidad, llevada por las primeras comunidades de Castilllla. Por desgracia ese rigor, llevado a tal extremo, condujo también a otro, es decir, «a que las cosas no se llevasen con prudencia y suavidad», y asimismo a que se notase alguna parcialidad entre los distintos sujetos venidos de varias Provincias, «no siendo algunos tan admitidos y aca­ riciados de los Prelados y oficiales». Todo eso ocasionó ciertas diferen­ cias y disensiones, de poca monta afortunadamente, llegando algunos a arrepentirse de haber venido a la nueva fundación (29). (28) F. d e Granada., o. c., p. 22.— A . d e G ran ada, ms. c., p. 15. (29) A . d e G ran ada, ms. c., p. 16.— E l P. Alicante, ms. c., p. 124, dice que el P. General, Esteban de Cesena, perm itió viniesen de Italia y de otras provincias religiosos castellanos que allí habían tom ado el hábito, los cuales, al ver tanto rigor en Castilla, tanto avimo a pan y agua, el no llevar túnica aun en invierno, ni usar

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz