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AUTORIZACIÓN PARA NUEVAS FUNDACIONES 99 ni era necesario más, teniendo en cuenta que Cubas, más que centro de apostolado o convento de estudios, debía servir como de paso entre Madrid y Toledo. Por otra parte nunca pudo haber muchos religiosos por falta de medios económicos, aunque debían salir a predicar a los pueblos y asimismo asistir espiritualmente a las vecinos de la villa. La huerta, en cambio, era grande, buena y bien cultivada, gracias a la abundante agua, cuya distribución se hacía por medio de una muy bien trazada acequia, modelo en este género de obras (22). 3 . Convento de Málaga. — Málaga fué una de las ciudades señala­ das en el decreto de Felipe III, de 10 de marzo de 1616, para que ep ella pudiesen fundar los Capuchinos. Por eso mismo no se sacó licencia especial del Consejo, bastando esa general del Rey. Corría el año 1619 y era a la sazón Provincial el P. Bernardino de Quintanar. Al llegar, a mediados del citado año, a hacer la visita a! convento de Antequera, recibió carta de un vecino de Málaga, D. Diego Polín, en la que le invitaba a pasar a dicha ciudad y gestionar la fun­ dación de un convento. No se hizo de rogar; partió inmediatamente, y su primer cuidado fué entrevistarse con el Sr. Obispo, D. Luis Fer­ nández de Córdoba, el mismo que en 1614, siendo Obispo de Sala­ manca, concedió aquella fundación. Desde el primer momento no sólo dió de buen grado ia licencia, sino que prometió ayudar a los religiosos en cuanto pudiese. Presentóse luego memorial al Cabildo de la ciudad en que se soli­ citaba también su permiso. Leyóse en la junta habida el 13 de septiem­ bre y, aunque no faltaron algunos regidores que lo contradijeron, por fin se consiguió la licencia. Se tomó posesión al siguiente día, en una ermita de la Concepción de Nuestra Señora, sita «dentro de la ciudad, detrás de la calle nueva per el oriente, donde estuvieron los frailes algunos días» (23). Pero el sitio escogido, estando dentro de la ciudad, era muy poco a propósito para tener huerta, cosa que los Capuchinos miraron siempre mucho en aquellos orimeros tiempos. A este reparo respondió solícito el Sr. Obispo, ofreciéndoles una ermita de Santa Brígida, situada a un lado del Guadalmediana, donde había terreno suficiente para edificar convento y para tener huerta. En aquel sitio, hermoso y alegre sobremanera por sus vistas al mar, «se hizo una muy linda iglesia y convento con bastante sitio nara huerta, cuyo promontorio cerca de las capillas de la mano derecha me­ reció ser santuario de veinte y tantos cuerpos de santos frailes que ( 22 ) Diseño y planos de los lavaderos y conducción del agua de riego para la huerta y por toda ella (APC, 28 /ooo 6 oa). ( 23 ) A. d e G r an a d a , ms. c., p. 61 . — F . d e G r a m a c a , o. c., p. 55 . — V a í - e n c in a , o. c., I, pp. 132-4

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