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90 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA todos los Padres del Capítulo y al resto de la Porvincia, teniéndose por dichosos en ser gobernados de sujeto tan experimentado, tan re­ ligioso y prudente; no salieron sus esperanzas vanas, porque el acierto fué tal como se esperaba de sujeto tan grande» (24). Entre otras medidas que tomó, una fué hacer venir a la Provincia algunos que en años anteriores la habían dejado por los motivos indi­ cados, entre ellos el P. Agustín de Granada, que volvió de Valencia a donde se había retirado en la Cuaresma de 1620, siendo luego en­ viado a Málaga de predicador (25). Asimismo en el Capítulo en que fué elegido Provincial, dió dos ordenaciones que luego se repetirán en la mayor parte de los Capítu­ los. Por la primera mandaba que los religiosos no hablasen con mon­ jas sin licencia del P. Provincial, y la segunda prescribía que, al hacer la visita de los conventos el P. Provincial, cada religioso debía firmar de su puño y letra 1o que le dijera y expusiera, debiendo ser castiga­ dos los celantes e indiscretos que decían con mentira o con falta de sinceridad el hecho que deponían (26). No queremos por ahora hacer la apología del P. Quiroga: de él hemos de hablar con detención más adelante. Vino a Castilla en les primeros días de la fundación de San Antonio del Prado, procedente de la Provincia de Cataluña, donde había tomado el hábito. Ya hemos hecho destacar en capítulos anteriores su labor en pro de la extensión de la naciente Provincia de Castilla por medio de la fundación de conventos. Por desgracia en el tiempo que gobernó la Provincia, des­ de diciembre de 1622 hasta el 18 de mayo de 1627, sólo se pudo efectuar una nueva fundación, la de Villanueva del Cárdete, más que por otra causa, por haber estado sobradamente ocupado en otros gra­ ves asuntos que llenaron su atención y sus actividades. En efecto: cuando, apenas terminada la visita de los conventos de Castilla, se disponía a pasar a Andalucía a cumplir ese mismo de­ ber, llegaba a Madrid de incógnito el Príncipe de Gales, el 17 de marzo de 1623. Las intenciones que le guiaban al emprender este viaje era la pretensión de concertar su matrimonio con la infanta Ma­ ría de Austria, hermana de Felipe IV. A su llegada se levantó en la Corte un tremendo revuelo. Se organizaron en su honor torneos y fies­ tas, y entre ellas no faltaron tampoco las religiosas. Para obtener su conversión se celebraron en los tres últimos días de Semana Santa ( 24 ) Monzón, ms. c., p. 432 , Vida del M. Rdo. Padre Fr. Diego de Quiroga, Confesor ds la Señora Emperatriz Doña María de Austria y de la, Serenísima In­ fanta María Teresa de Austria. (2 5 ) F. d e G r a n a d a , o. c., p. 6 5 .— A . d e G r a n a d a , m s . c ., pp. 65 y 7 2 .— Su­ cesión..., m s. c ., f. 5r. ( 26 ) Cfr. A g u s t ín d e G r a n a d a , ms. c., p. 74 , donde dice que esas normas las fué estableciendo el P. Quiroga al hacer la visita de los conventos. El ms. Suce­ sión..., f. 5 r., dice en cambio que se dieron en el Capítulo.

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