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LA PROVINCIA DE CASTILLA 8 9 5. Llegó a la Provincia a fines de octubre de 1622 y, tan «luego como entró, se vió bien cuán dueño estaba de todo, obrando de tal manera que lo mudó todo cuanto tocaba al gobierno pasado, desha­ ciéndose como humo lo que parecía según la prudencia humana no era fácil de desbaratarse; que así ruedan las cosas y están sujetas con los no imaginados accidentes a repentinas mudanzas» (21). Y, después de visitar los conventos de Castilla y «rigurosísimamen- te» a los dos mencionados Padres, sin pasar a Andalucía, convocó el Capítulo Provincial que se celebró en Madrid el 11 de diciembre, en el cual «por mayor conveniencia renunció el Provincial, y fué elegido el P. Fr. Diego de Quiroga; también renunciaba públicamente, cuan­ do fué llamado, y no quiso el P. General admitir la renuncia» (22). Como castigo mandó al P. Quintanar a Cataluña, y al P. Félix de Granada privó «por tres años de ambas voces», pena que cumplió en uno de los conventos de Andalucía. Luego, al dividirse Castitilla y for­ marse la Custodia de Andalucía, desempeñó el P. Granada casi sin interrupción el cargo de Definidor hasta 1635 en que es nombrado Comisario general; es, al mismo tiempo que Definidor, Guardián de varios conventos, y asiste a la fundación de Sanlúcar y de Cabra. Fi­ nalmente, sin que sepamos la causa, al hacer la visita de Andalucía el P. General, Juan de Moncalieri, en los primeros meses de 1640, lo envió a Castilla «por echarlo de Andalucía», muriendo al año siguien­ te en Torrijos, villa de su pariente el Duque de Nájera (23). No obstante lo que antecede, no podemos por menos de confesar que, aparte de las fundaciones de nuevos conventos llevadas a cabo por los dos primeros Provinciales que tuvo Castilla, es gloria suya el haber organizado debidamente los estudios y asimismo las casas de noviciado, de tal manera que desde entonces la formación de los as­ pirantes se llevó a cabo no en varios conventos y en grupos disgrega­ dos y poco numerosos, sino en noviciados expresamente designados v a propósito, uno en Castilla, el de Salamanca, y otro en Andalucía, el de Granada, a donde eran enviados cuantos pedían el ingreso en la Orden. 6. Esa labor de organización la habría de proseguir el P. Diego de Quiroga, sucesor del P. Félix de Granada en el cargo de Provin­ cial. Castilla comenzó entonces a gozar de paz y los ánimos se aquie­ taron grandemente con su elección «que llenó de gozo y consuelo a (2 1 ) M o n z ó n , ibid. (2 2 ) F. dh G r a n a d a , o . c ., p . 6 0 . — A . d e G r a b a b a , p . 72. (2 3 ) A. d e G r a n a d a , p . 7 c , e n nota marginal, que parece ser del P. Pablo de Granada.—Cfr. V a l e n c in a , III, p. 56 .—B. d e C a r r o c e r a , Necrologio, p. 88 , 2 de abril.— Libro de los Religiosos Difuntos de Menores Capuchinos... de Andalucía, año 1641 (Archivo Prov. de Capuchinos de Castilla, 46 / 00001 ).

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