BCCCAP00000000000000000000155

82 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA número de conventos y sujetos capaces de quien echar mano. Yo os ruego y encargo muy afectuosamente que, en recibiendo ésta, habléis a dicho General en mi nombre y procuréis con él que en todo caso venga en hacer lo que escribo, representándole para ello lo que os pare­ ciere convenir de lo contenido en dicha petición, y que, habiendo tan justas causas, no lo será lo rehúse; y, si habiendo hecho en esto es­ fuerzo con el dicho General, le pareciere riguroso el mandar al dicho Comisario salga de España y vaya al Capítulo general, a lo me[nos?] pediréis envíe luego persona de mucha satisfacción que visite esta Provincia y se satisfaga de la justificación con que se le pide llame al dicho Comisario, para que, enterado de ella, lo ponga en ejecución. Y lo mismo haréis al tiempc del Capítulo, dando a entender que en ninguna manera se permitirá que el dicho Comisario sea extranjero, pues basta que lo sea el General; y que para excusarlo, se. usará de los medios que convenga, que no es bien dar a que las cosas lleguen a este estado. En que también habéis de hacer los oficios que viéredes ser necesarios con el Cardenal Montalto, Protector de esta Religión, a quien escribo sobre ello, para que por su parte lo encamine. Y avisarme héis del suceso que tuvieren las diligencias que hiciéredes, que en ello recibiré de Vos agradable placer y servicio. Y sea, Muy Rdo. Cardenal, mi muy amado amigo, nuestro Señor en vuestra continua guarda y protección. De Madrid, a 29 de noviembre de 1617.— Yo el Rey» ( 15 )- 4. Efectivamente, al P. Iluminado le llegó la orden de resignar su cargo en uno de los Definidores, y escogió para sucederle justa­ mente al último de todos, el P. Gabriel de Villanueva, que no se lleva­ ba bien ni con dicho P. Comisario ni tampoco con el P. Policio (16). Pero tal nombramiento no trajo, por desgracia, la paz y la calma ni se aquietaron por eso los ánimos; antes bien comenzaron luego las disensiones y los toces entre el P. Gabriel de Villanueva y el P. Sera­ fín, y, lo que fué aún peor, todo eso llevó a divisiones y bandos entre los mismos religiosos, que se mostraban partidarios de uno o de otro. Descontento y mal avenido el P. Serafín, enfermo como estaba y casi impedido de la gota, se dió a escribir frecuentes cartas a Roma, en las que refería cuanto sucedía en Castilla, indicando al mismo tiempo la conveniencia de que la Custodia fuese gobernada por Padres italianos; a su vez desacreditaba a los Padres más conspicuos que había en Castilla y que podían ser nombrados Superiores, entre ellos ( 15 ) Archivo de la Embajada de España ante la Santa Sede.—Leg. 139 , f. 191 . Las palabras entre corchetes las hemos suplido por haber desaparecido del original con la goma del sello. ( 16 ) A d e G r a n a d a , o s . c., p. 46 .

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz