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GOBIERNO DE CASTILLA “ 9 ligiosos de la respectiva comunidad debían elegir del gremio de toda la Provincia un Guardián, y luego un Discreto solamente de entre los religiosos que formaban la respectiva familia conventual. En las casas donde no hubiese aún Santísimo, quedaban designados sin más los actuales Presidentes (5). Dichos Guardianes, elegidos o confirmados, juntamente con los Discretos, se reunieron capitularmente en el convento de Madrid el 10 de septiembre de 1615. «Año feliz— exclama uno de los cronis tas— , en el que comenzó a mostrarse cuerpo perfecto la Custodia en el modo de gobierno político» (6). En ese primer Capítulo se eligieron efectivamente cuatro Defini dores y se designaron, también por elección, los Superiores de los dis tintos conventos y casas, quedando de ese modo el gobierno del Padre Policio no tan absoluto ni centraüzador (7). Con ello se aquietaron de momento los ánimos, pero los religiosos no dejaban de sentir que el P. Comisario no pudiera hacer por sí mis mo la visita, «gobernando por cartas los conventos distantes, y por esta causa no faltaban quejas» (8). Y, como todas las cosas tienen su límite, bien fuese porque recla masen los mismos religiosos o quizás porque el propio P. Serafín puso de nuevo la renuncia de su cargo con mayor insistencia, lo cierto es que de la noche a la mañana se recibió la noticia de haber sido nom brado nuevo Comisario en la persona del P. Iluminado de Mesina, italiano (9). Dicha noticia causó en todos muy mala impresión; no era precisamente esa la solución que se pretendía sino que el, gobierno lo desempeñase uno de los religiosos españoles. Por eso no faltaron que jas y murmuraciones, y hasta el mismo P. Serafín «no lo llevó a bien». Inquietos y desasosegado los ánimos, se tomó la decisión de acudir al Rey para que prohibiese al nuevo Comisario su entrada en Castilla v el ejercicio de su cargo. El P. Iluminado que había desembarcado va en Cartagena y que, ignorante de lo que pasaba en la Corte, dirigía sus pasos a Madrid, se encontró en la Mancha con el P. Juan de Va- lladolid, que le hizo presente la decisión del Rey. El, sin inmutarse ni llevarlo a mal, la acató, pero, en vez de volverse a Italia, pidió ve nir a Madrid con objeto de descansar de su viaje y esperar órdenes del P. General. ( 5 ) F. d e G r a n a d a , o . c., 42 - 3 .—A. d e G r a n a d a , ms. c., p. 39 . ( 6 ) A. de G ranada , ms. c., p. 37 . ( 7 ) Ibid., p. 40 . (8) Ibid. — F. d e G ran ada, o. c., p. 43 . ( 9 ) Parece deducirse de lo que dicen los cronistas que dicho nombramiento obedeció más bien que a la renuncia del P. Serafín, a las quejas de los religiosos.— Cfr. V a le n c in a , o . c ., I , p p . iio -nx .
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