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virtud divina estaba suspendida en el aire, acabó de ejecutar la ruina empezada, de que no sólo quedó libre Fr. Pedro, sino también de la perlesía que padecía, sin que jamás hubiese vuelto a verse molestado de ellan 2I. Así fue cayendo aquella fábrica poco a poco, aunque sin detrimen to alguno de los religiosos, en cumplimiento de lo ordenado por el siervo de Dios ; con que fué preciso mudar de terreno, y se fundó el convento que existió hasta la exclaustración del año 1835. La obra del nuevo convento se empezó en el año 1607 y se terminó el 5 de mayo de 1609 22. 5. Por las Vidas de san Lorenzo de Brindis viene rodando desde hace tres siglos una torpísima patraña, que no es sino una deformación monstruosa de los acontecimientos que acabamos de referir. El origen de semejante infundio se encuentra en Italia, ya antes de 1657. En el correr de los años, la leyenda medraba como bola de nieve. La imprenta lo puso en circulación el año 1676, con la publica ción del tomo III de los Anales generales de los capuchinos. En la ac tualidad se le cita, fuera de España principalmente, en la instrucción de nuestros jóvenes religiosos. La leyenda, a medida que va forjándose, presenta nuevas fases. La primera de ellas es la que aparece en el lugar ya citado de los Anales de la Orden. Su autor, el P. Marcelino de Pise, nos cuenta lo siguiente : «Habiendo llegado (san Lorenzo de Brindis) en la visita de las provincias a uro de nuestros conventos, vió que su fábrica excedía de los límites a que puede extenderse la altísima pobreza de nuestro estado. Encendióse el Siervo de Dios en celosa ira ; mandó que viniese a su presencia el religioso que había asistido a aquella fábrica y per mitido en ella la injuria de la virtud, a fin de castigar lo que había juzgado un crimen. Dijéronle cómo había muerto, y, desabogando contra el edificio el enojo que había contra su autor concebido, le hirió con una formidable maldición. «Portento a la verdad digno de la memoria de todos los venideros siglos, de todas las futuras edades. El convento, que parecía haber de vencer la duración de edades y siglos, desquiciado con esta maldición, como si fuera artillada máquina, vino luego a tierra, ejecutando Dios LOS CAPUCHINOS DE NAVARRA Y GUIPUZCOA EN ARAGÓN 2!) 21. Anal. Ca-p.j I I I , ad an . 1614, p . 126. Quarta -parte de las Chronicas, p. 165-166. AJOFR ín , l. cit. 22. Manual o Lucero del convento de capuchinos de Calatayud, fol. 2. Su au tor e l P . F r. V icente DE A g ó n (A rch . P ro v . C ap . N a v ., V a ria ).
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