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41G LA ANTIGUA PROVINCIA CAPUCHINA DE NAVARRA Y CANTABRIA los antiguos capuchinos tan sólo en el pulpito y en el confesonario, sino también en la asistencia a los enfermos y moribundos. «El confesar y ayudar a bien morir a los enfermos del pueblo —ad vierte el Ceremonial de la provincia— , es otro oficio de nuestros sacer dotes. Para esto destinará el prelado a los que conozca más a propósito e inclinados a él» 20. Con este intento, el P. Félix 3retos de Pamplona compuso y publicó un libro titulado «Consulta de Agonizantes». En 1741 Su Santidad concedió indulgencia plenaria a todos los fie les cristianos que en la hora de la muerte, contritos de sus pecados, adorasen y venerasen las imágenes o santos cristos de bronce o metal con que los capuchinos de Navarra les ayudan a bien morir. Esta gra cia se extendió poco después a todos los capuchinos de España. Pero donde los religiosos dieron mayores pruebas de su celo fué en la asistencia a los atacados de la peste. En la que padeció la ciudad de Huesca el año 1651, los capuchinos tomaron a su cargo la asistencia espiritual y temporal de los apestados, y en pocos meses murieron nueve religiosos, víctimas de la caridad, heridos del contagio. Muy especial mente brilló en esta ocasión el heroísmo de los Hermanos legos Fr. Je rónimo de Garinoain y Fr. Diego de Funes 21. El año 1750 una cruel epidemia tenía consternada a la ciudad de Estella y ro 32 encentraba cuiié- -?.d~in:3Tr?.oe cantes S?.-craner.tcs a I 0.3 enfermes ce! F'.espita1., ni l-ns. aTv.dass ¡?. í n?c::ir, Cernien do e! contagio. «Envió recado la Ciudad a !a3 cua.ro Comunidades de regulares que hay en Estella, suplicándoles enviasen algún religioso a! hospital para asistir a los enfermos, y todas se excusaron. Juntó los Cabildos para ver si alguno de sus individuos quería asistir al Santo Hospital, y ninguno quiso. Viendo la ciudad que se le habían cerrado todas las puertas de aquel pueblo, acudió por último recurso a esta Comunidad de capuchinos de la villa de Los Arcos suplicando al P. Guardián, que era Fr. Pedro de Tafalla, que enviase uno o dos religiosos que admi nistrasen los Sacramentos y diesen pa3to espiritual a los enfermos de aquel hospital. Habiendo recibido esta carta el P. Guardián..., con vocó a todos los religiosos y les propuso el ahogo en que se hallaba la ciudad de Estella y que viesen si alguno quería sacrificar su vida en la asistencia de aquellos pobres enfermos; y todos los religiosos, 20. Ceremonial Capuchino, segunda parte, p. 25, 21. Véase CIÁURRIZ, Capuchinos ilustres , t. I. p. 141-145.
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