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LOS CAPUCHINOS DE NAVARRA Y GUIPÚZCOA EN ACCIÓN 383 varias veces se ha visto con diferentes comerciantes de la villa de Cuenca, del gobierno de Santa Fe de Bogotá, cuando bajaban sus cacaos por el río Zulia hasta el lago de Maracaibo. »Esta bárbara nación pudiera, Señor, domesticarse poco a poco y ser atraída por los misioneros al suave yugo de la fe de Jesucristo y obediencia de Su Majestad, si a la expresada Misión de capuchinos de Navarra se proveyera de una escolta de doce o catorce soldados que, pagados de las Reales Cajas, estuviesen siempre a disposición de los misioneros para que estos, cuando les pareciese oportuno, pudieran, con su resguardo, penetrar en el territorio de los bárbaros y, hablán doles con la suavidad propia de su carácter, irles poco a poco aman sando con los donecillos propios de su genio y otros arbitrios de la ca ridad cristiana. »Esta escolta, Señor, parece además precisa para la seguridad de los misioneros y adelantamiento del cristianismo, ya que así lo con templó V. M. necesario en las misiones del Meta y Casanare, de la Compañía de Jesús ; en las Barinas, de los dominicos, y en las de Santo Tomás de Guayana, de los capuchinos; que todos ellos tienen escoltas fijas a sueldo de V. M., porque de esta manera se da seguridad a la custodia de las colonias de los recién convertidos ; de otro modo viven los misioneros en continuo sobresalto por el temor de las incursiones de los gentiles. Y no hay quien se atreva a guiar y acompañar a los religiosos cuando quieren ir a buscar a los infieles, sino con escolta de algunos españoles o blancos armados. Además los neófitos o catecú menos se contendrían de este modo para que no se vuelvan tan fácil mente a su antiguo libertinaje de las sierras o cuevas donde vivían» 27. El Rey Don Fernando VI concedió una escolta fija de doce solda dos, por Cédula de 26 de enero de 1757. La escolta se estableció efectivamente el 8 de mayo siguiente; pero cesó el 30 de abril de 1760, porque se negó a pagarla don Manuel Gar cía de la Peña, heredero de don Juan de Chourio, cabo pacificador que, en contrata con el Rey, habíase obligado a la pacificación y po blación de los valles y tierras de los Macoaes y Perijá. Don Manuel García de la Peña, desde su entrada en Maracaibo —noviembre de 1758— ocasionó mil disgustos y sobresaltos a la Misión de Navarra, envolviéndola en pleitos ante los tribunales y malquistándola con el Gobernador de la provincia. Los religiosos, obligados a defenderse, carecieron del necesario sosiego para consagrar toda su atención a su 27. E n BLANCO-AZPURÚA, Documentos -para la H istoria.
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