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pagó a la Compañía de Caracas la cantidad de cinco mil novecientos cincuenta y cinco reales y treinta maravedís por cada religioso. A los misioneros se les pagó siete reales de vellón a cada uno por todo el viaje desde sus conventos al puerto de Pasajes, computándoles a ocho leguas por día. Abonóseles además una subvención diaria de dos reales de vellón todo el tiempo que se detuvieron en los tres referidos con­ ventos hasta el día de su embarque ul. 4. Los límites de la Misión confiada a los capuchinos navarros eran los mismos de la demarcación civil de la provincia de Maracaibo, que se extendía entonces hasta La Grita, comprendiendo todas las es­ tribaciones de la sierra de Perijá, que era donde estuvo el centro de las misiones en los primeros años. Toda esta extensísima región está cruzada de ríos procedentes de las sierras de Perijá y Mérida, haciendo muy difíciles los viajes y expediciones de los misioneros, por tener que cruzar esos valles y las altas cumbres que los separan, y ser la parte plana de las orillas del gran lago terrenos pantanosos e intran­ sitables. Esos valles, sierras y bosques estaban poblados de varias tribus de indios salvajes de distintas lenguas y costumbres. Tales eran los Goajiros, Arotomos, Macoaes, Caimas, Motilones, Atiles, Apones, Ata- guas, Araes y otros más. Desde el año 1717 la provincia de Maracaibo se agregó al virreinato de Nueva Granada. Suprimido este virreinato en 1723, se volvió a la autonomía de aquella región, pero de nuevo se restableció el virreina­ to el 20 de agosto de 1739, y la provincia de Maracaibo se incorporó a la nueva organización. En 1777 se separó totalmente de Nueva Granada y fue agregada a la capitanía general de Venezuela. En lo eclesiástico el territorio de Maracaibo perteneció desde 1583 al obispado de Caracas, y desde 1777 al de Mérida. Las antiguas misiones capuchinas de Maracaibo fueron fundadas por capuchinos de la provincia de Valencia. Los tres primeros misio­ neros llegaron en 1694 y se establecieron entre los indios Arotomos, próximos a la ciudad de Maracaibo. Dos de ellos murieron apenas puesto el pie en aquella región, y al otro se lo comieron los indios. Su puesto fué luego ocupado por nuevos operarios evangélicos, que se tras­ 378 LA ANTIGUA PROVINCIA CAPUCHINA DE NAVARRA Y CANTABRIA 16. Carta del Marqués de la Ensenada al Intendente don Manuel de las Casas, 25 de marzo de 1749 (Arch. Prov Cap. N av.)