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i,O S CAPUCHINOS DE NAVARRA Y GUIPÚZCOA EN ACCIÓN gustare detenerse allí en su viaje a la provincia de Cataluña. Acep tando tan cariñosa invitación, el 5 de octubre partió Su Rvma. de 1a- falla para La Oliva, adonde llegó a comer. El P. Abad, con muchos de los Padres Maestros y Padres graves de aquel monasterio, le salió a recibir una legua de camino, 'lodos juntos llegaron a las once y media a las puertas del monasterio. La Comunidad de Padres Bernar dos, formada en dos filas, salió a recibir a su Rvma. con palio, «ento nando el tedeum con mucha pausa, gravedad y armonía, que les duró de cantar una hora». »Concluida esta función, salieron al palacio del Señor Abad, donde cortejaron al Rvmo. y su familia con el mayor regalo, magnificencia y grandeza, como acostumbran aquellos santos monjes en todas las cosas. Allí se detuvo el Rvmo. todo aquel día, donde fue obsequiado por el Señor Abad y toda su Comunidad, que no cabían de gozo con la venida de tan gran huésped, a quien veneraban por santo por su ejemplar vida y especial virtud, como ellos mismos lo publicaban. »Al día inmediato partió el Rvmo. con toda su comitiva en com pañía del Señor Abad, Padres Maestros y la mayor parte del monas terio a la granja de Cambrón, que es propia del monasterio, a tres le guas de distancia, donde tenían dispuesto el hospedaje y comida con igual aparato y regalo, y pasaron allí todo el día» 8. El día siguiente, 7 de octubre, partió el Rvmo. con su familia al convento de capuchinos de Ejea de los Caballeros, de la provincia de Aragón ; y de allí a Huesca, Tamarite y Barbastro ; después a Lérida, primer convento de la provincia de Cataluña, y luego directamente a Barcelona, a dar principio a la visita y presidir el capítulo provincial. Con la celebración del capítulo de Cataluña, que se reunió en Mataró el 14 de diciembre de 1764, el P. General dió por terminada su visita a las provincias de España y partió para Francia por el Rose- llón para desempeñar la misma función pastoral en el vecino reino De Francia pasó a Bélgica, a Alemania, a Bohemia y finalmente a Vier.a, donde por parte del Emperador fué recibido con manifestaciones de mucha estima. Las austeridades de aquel varón penitente y la fatiga de sus largos viajes aceleraron su muerte, que no pudieron impedir los mejores médicos enviados por la Corte de Viena. Falleció en esta ciu dad imperial el 7 de junio de 1766, a los 70 años de edad y 41 de vida capuchina. 8. Libro de Anotaciones, p . 172.
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