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los ánimos de la gente principal y ordinaria, persuadiéndolos de que el instituto de los capuchinos era inútil y las fundaciones de sus con­ ventos perniciosas y superfluas. Y aún pasaron más adelante : movieron el ánimo del Rey Católico Felipe II a mandar a los Presidentes y Pre­ lados del principado de Cataluña que de ninguna manera permitan ni den licencia a los capuchinos que hagan ni tengan más casas de las doce que primero habían erigido 26. Empero esta restricción impuesta a los capuchinos no fué grata a los pueblos. «Estos capuchinos —informará luego el Consejo de Ara­ gón—, por ser de tan ejemplar vida, son bien recibidos de los pueblos y hacen mucho fruto en'ellos» 27. Las gentes, en verdad, no acertaban a ver el motivo de tanto rigor con los capuchinos ; lo que veían —eso sí— era la caridad de aquellos religiosos cada vez que el azote de la peste se hacía sentir en los pueblos. Cuando ésta, en 1589, se desarrolló en todo el principado, no hubo en el convento de Montecalvario de Barcelona un solo individuo que 110 pidiera ser destinado al servicio de los atacados del terrible mal. Los religiosos a quienes se uió licencia para ello trasladáronse desde las afueras al interior de la ciudad, donde se emplearon en la asistencia de los enfermos, curándolos con entrañable amor, administrándoles los Sacramentos, consolándolos y ayudándolos a bien morir, llevando los ya mviertos sobre sus hombros y enterrándolos con toda diligente piedad y con tal desprecio de su propia vida que, habiéndoseles pegado la peste, al fin vinieron a morir y subieron a ser coronados entre los már­ tires de la caridad en el cielo. En otros lugares de Cataluña, particularmente en Valls y en Gra- nollers, esta misma peste dió a los capuchinos ocasión de desplegar iguales ejemplos de caridad y espíritu de sacrificio 2S. A pesar de las órdenes de Felipe II, y sea por lo que fuere, todavía se registran fundaciones nuevas en los últimos años de su reinado. En efecto, las fundaciones de Figueras y de Granollers se tomaron el mis­ mo año del referido mandato, es decir, en 1583. Tres años más tarde el propio Don Felipe permite que siga adelante la construcción del con­ LOS CAPUCHINOS DE NAVARRA Y GUIPÚZCOA EN ARAGÓN 17 26. SALDES, Documentos ■para ilustrar las causas que movieron al Rey F e ­ lipe I I a prohibir nuevas fundaciones en Cataluña. «E st. F ran c.», V I I , 1911, p. 98-110. 27. C f. Rubí, l. cit., p. 538. 28. Annales Cap., II , ad an. 1589, p. 436. Narratio virorum illustrium ex Capuccinorum Congregatione, qui in Catalonice Provincia peste laborantibus inserviere, «Analecta C a p .», V I, 1891, p. 89-94. 3

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