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LA ANTIGUA PROVINCIA CAPUCHINA DE NAVARRA Y CANTABRIA memorial dirigido r.l Ayuntamiento de la ciudad, las razones que les movían a admitir aquella demanda, por lo que a ellos toca. Nada se hizo; porque el Ayuntamiento de Pamplona, en sesión de 14 de junio de 1755, proveyó y mandó: «no ha lugar a lo que se pide por los Padres capuchinos, y los señores de la Junta hagan la propuesta acostumbrada para elegir capellán para dicha Casa» 17. 9. Ya vimos cómo desde el año 1730 los capuchinos tenían casa- hospicio en el lugar de Elizondo. En él se mantenían un número de cinco o seis religiosos, los cuales se empleaban continuamente en la iglesia parroquial, asistiendo al confesonario y ayudando en las funcio nes del culto, con el beneplácito del señor párroco y contento general de aquella feligresía. Pero, en sentido canónico, aquel establecimiento no era casa religiosa ; sino un domicilio meramente secular, sin coro conventual, ni iglesia pública, ni campana. Y lo que la provincia se proponía era la fundación de un convento formal. Con ese intento se habían practicado reiteradas instancias desde el año 1726. El Ayunta miento del Valle, favorable al principio al proyecto, cedió después a la presión que desde afuera se le hacía y suscitó mil incidentes para im pedir que se llevara a efecto. La fundación quedó detenida en 1735, después de un reñidísimo pleito sostenido por ambas partes ante dife rentes jueces. Desde el año 1759 se realiza un nuevo esfuerzo por parte de la provincia para sacar adelante el proyecto. Por escritura pública de 26 de mayo del citado año, el síndico de los capuchinos, don Juan Martín de Petrina, vecino de Elizondo, com pró a Juan de Inda y Josefa de Echegaray, su mujer, la casa llamada de Ajatena, con la huerta y pieza contiguas a la casa, sitas en el lugar de Elizondo. El 14 de noviembre del mismo año, dicho síndico toma po sesión de la casa, huerta y heredades. La provincia traslada el hospicio que tenía precariamente en el Palacio de Arrechea a la casa de Ajatena, con expreso consentimiento del Prelado diocesano. La intención era manifiesta: abrir en aquel lugar, como en casa propia, los cimientos para la edificación del convento. A este intento el Valle se opuso en justicia, pretendiendo, con arreglo a la costumbre de Navarra, el tanteo o retracto de la casa adquirida por los capuchinos. En 1761 el Provincial de los capuchinos de Navarra eleva al Señor 17. Libro de la Casa-M isericordia de Autos de la Junta, fol. 216-219.
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