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322 LA ANTIGUA PROVINCIA CAPUCHINA D E NAVARRA Y CANTABRIA de julio de 1750. Allí le esperaban, para darle la bienvenida, el P. Provincial y todo el Definitorio. Detúvose en Tudela nueve días, al cabo de los cuales se puso en camino, con sus diez compañeros y se­ cretarios, para el convento de Valtierra donde sólo permaneció aquel día y aquella noche. De Valtierra pasó a Peralta. Sábado, día primero de agosto, puso fin a la santa visita de este convento, y en el mismo día partió para Tafalla. Detúvose en Tafalla hasta el jueves, 6 de agos­ to. Ese día, bien de mañana, tomó el camino para Pamplona. La comida, para el General y su comitiva, se había dispuesto en Beriáin, en casa del Hermano de la Orden. «Su Reverendísima convidó al Sr. Vicario de Beriáin y al de Salinas, que fueron a cumplimentarle y darle la enhorabuena, y los sentó a su lado en la mesa con mucha afabilidad y agasajo y complacencia del Rvdmo., de que quedaron su­ mamente agradecidos, como asimismo los Hermanos y toda su familia, a quienes nuestro Rvdmo. P. General les repartió algunas devociones en señal de benevolencia. La comida estuvo abundante y regalada, la que se llevó del convento, y salieron a disponerla la tarde antes dos religiosos legos, que se desempeñaron en la sazón y esmero a satisfac­ ción y gusto de todos» 11. El P. Guardián y otros religiosos salieron a la Cruz Negra, a espe­ rar la llegada de Su Rvdma. No se hizo la entrada por la ciudad, ni se disparó la artillería como otras veces, porque había orden de la Cor­ te de no rendir ese honor a ningún Grande de España que no estuviese en actual servicio de Su Majestad. Mas no por eso fue menos solemne el recibimiento que se le hizo. A la hora determinada, una compañía completa de soldados con su capitán, teniente y alférez, bandera, tambores y demás instrumen­ tos músicos, partió del Castillo e hizo su marcha por la ciudad hasta situarse en las inmediaciones del convento para esperar a su Rvdma. Allí le esperaba también el Sr. Gobernador de la plaza con todo el cuerpo de oficiales y del regimiento de Vitoria, que serían unos vein­ ticuatro. «Su Reverendísima, con la comitiva de religiosos, partió por el camino de la Magdalena, y cruzó por el camino real, que se toma de la casa de el Sacramento, hasta venir a entrar en el camino que se va por el puente al convento de San Pedro y sigue a nuestro convento; y como a mitad de camino, pasada la fuente, se apeó su Rvdma. de la muía y prosiguió a pie el camino con mucha circunspección, acompa­ 11. L ib ro de Anotaciones , p . 109 sig.

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