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16 LA ANTIGUA PROVINCIA CAPUCHINA DE NAVARRA Y CANTABRIA adonde pudieran retirarse los religiosos deseosos de mayor perfección. En 1576 la provincia de Cataluña contaba cinco de tales conventos. Con todos ellos creó el General de la Orden el citado año una custodia, la «Custodia del Santísimo Nombre de Jesús». Semejante determinación fué tomada —según declaración del mismo General P. Cristóbal de Cheffontaines— para evitar el tránsito de sus religiosos a la provincia de San José de los descalzos, y a los capuchinos. En 1579 estos recoletos impetran de Gregorio XIII una constitución cjue los exime, casi en absoluto, de la dependencia y régimen de los Menores de la Observancia. Usando de esta concesión, el Custodio de los recoletos de Cataluña, P. Angel del Pas, declaróse exento totalmente de la dependencia del Ministro Provincial de la Observancia. Dos años después, 1581, todos los conventos recoletos de Aragón, Valencia y Cataluña se unen para formar provincia propia, la «Pro­ vincia de Tarragona». Pasados dos años la recién nacida provincia se disuelve; sus conventos quedan sometidos de nuevo a los Superiores de la Observancia; los religiosos, unos retoman a sus respectivas casas de recolección ; otros, en número de cuarenta, con el Custodio a la ca­ beza, se pasan a los capuchinos 24. Aquellos sucesos, y los disturbios que los acompañaron, trajeron una situación molesta para los capuchinos. Acusóseles ante Felipe 11 de ser ellos los responsables de tan deplorables sucesos. L.a causa de aquellos disturbios está —decía en 1583 el Provincial de los obser­ vantes— en que «mucha parte de los recoletos se había pasado a los capuchinos que de poco acá se han introducido en Cataluña, habiendo sido echados de Castilla quando los trujo el Marqués de Santa Cruz con intención de darles casa en El Viso». El Provincial sugiere al Rey un medio para mantener la paz en adelante. «El remedio más eficaz para asegurar la paz —dice— sería que ¡os capuchinos se vuelvan a Italia y dejen en libertad a los recoletos que vuelvan a su recolección» 25. Medida tan éxtrema no hubiera podido realizarse. La Silla de San Pedro estaba ocupada por Gregorio XIII, un Papa de notorias simpa­ tías por la Orden de los capuchinos. Se tomó, pues, por otro camino, cual fué el de poner obstáculos a toda nueva expansión de la Orden capuchina en España. A ese fin, «los contrarios anduvieron moviendo 24. Annales Min. ad an. 1576, t. X X I ; ad an. 1579, t. X X I ; ad an. 1583, t. X X I I I . A rch. de la Em bajada de E spaña cerca de la Santa Sede, R om a, le g . 32, 4.°, 101. 399-462. TOLRÁ DE ‘ BORDAS, ob. cit., p. 113-184. 25. Véase Rubí en Collect. Franc ., I X , 1939, p. 537.

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