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los Padres del convento de Pamplona. Dice que se contenta por ahora con poner el caso en conocimiento del P. Provincial. El Padre Calahorra, que predicaba la cuaresma en Estella, envió orden al P. Gregorio de Villafranca, Guardián de aquel convento, de que inmediatamente se entrevistase con el Sr. Obispo. Se efectuó la en­ trevista en la tarde del día 12 de febrero, y en ella el P. Guardián in­ sistió en sincerarse enteramente, como ya lo hiciera antes, y en asegurar que no pudo averiguar el modo de la fuga, quedando en hacer todas las diligencias debidas para inquirir y manifestar la verdad en el asunto. A principios de abril el P. Provincial volvió a Pamplona, sin con­ cluir la cuaresma de Estella, poniéndose en viaje el Viernes Santo. Congracióse y congració a su Provincia con el lltmo. y su Provisor, dándoles entera y cabal satisfacción. El 20 de abril reunióse la Definición en Tafalla. El Definitorio ordenó que se hiciera una información para inquirir el modo y circuns­ tancias de la fuga del Hospitalero. Además de eso, los Padres inculpa­ dos fueron trasladados a otros conventos de la provincia. El P. Gre­ gorio de Villafranca, Guardián del convento de Pamplona, fué enviado con el mismo empleo al convento de Cintruénigo. Al Lector, P. Ber­ nardo de Narvarte, se le retiró al mismo convento de Cintruénigo, donde se colocó el curso que estaba en Pamplona. Al P. Monreal se le obligó también a salir de Pamplona para otro convento de la provincia. Siete canónigos de la Catedral de Pamplona salen a la defensa del P. Cristóbal en carta que dirigen al P. General en 23 de abril de 1739. Firman la carta: Don Francisco de Ainzoain y Unsúa, Arcediano de Santa Gema; Don Fermín de Ezpeleta; Don Fermín de Eguía; Don josé de Bernedo; Don Pedro Fermín de Jáuregui; Don Juan Ignacio de Carrillo En cambio, el lltmo. Señor Añoa estimó que las providencias to­ madas por los Superiores de la provincia no eran suficiente reparación del agravio hecho a su persona y autoridad, y en consecuencia se deci­ dió a denunciar el caso al General de la Orden. «Con no pequeño dolor y amargura de el ánimo —decíale en carta de 23 de junio— me veo precisado a recurrir a la autoridad y justi­ ficación de V. Reverencia para dar un nuevo testimonio del amor que profeso a la sagrada Familia de capuchinos; y de que solicito por mi parte evitar todo lo que pueda ser deshonor del santo hábito y deses­ timación de los individuos que lo visten». El Obispo refiere la fuga LO S CAPUCHINOS d é n a v a r r a y g u iíú z c o á EN ACCIÓN ÍÚ Í 1 . L a carta, en su o rig ina l, se incluye en las Actas del proceso.

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