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298 LA ANTIGUA PROVINCIA CAPUCHINA DE NAVARRA Y CANTABRIA la parroquial de Falces. Llegaron éstos a las cinco y media de la tardé del día 8, y en esa misma tarde cantaron Salve y villancico muy solem ne con dos violines, bajón y bajoncillo, y obué y el órgano de Nuestra Señora de la Blanca, que estaba ya prevenido en el coro; y luego in mediatamente se encendió hoguera y se echó buena porción de volado res, y por remate, una rueda de tres cuerpos que se disparó con el ma yor lucimiento». En la procesión se tocó el harpa, además de los ya citados ins trumentos. «Entonó la música su solemne misa del Sacramento, con variedad de villancicos de mucho primor. Predicó el sermón el Padre fray Tomás de Burgui, Lector de artes, acomodándose a el enlace de to das las circunstancias de la solemnidad con la mayor destreza y habi lidad» 9. 7. Cuatro días después de tomada la posesión de convento en la villa de Lerín, o sea, el día 9 de diciembre de 1734, a las cuatro de la mañana, murió el Iltmo. Sr. Don Angel Gutiérrez Vallejo, Obispo de Pamplona, «príncipe benignísimo, siendo universal el sentimiento que causó su muerte en todo su obispado, y a la medida del amor grande que todos le tenían por las prendas amabilísimas que concurrían en su llustrísima ; y en una palabra se puede decir oue, así como fué Angel en su nombre, lo fué en la vida, en el gobierno, en la pureza e integridad de costumbres y en el agrado afabilísimo con que recibía a todos y les robaba los corazones. Y si para todos fué grande esta pérdida, fué sin comparación mayor para nosotros los capuchinos, que perdimos en su llustrísima un padre y protector amabilísimo, que, a mas de otros fa vores y gracias que nos hizo, nos dió las fundaciones de Lerín y Baz- tán; y a no haber cortado la cruel Parca el hilo de su preciosa vida, nos hubiera dado también la de la villa de Vera, pues tenía ya rubri cado de su mano el extracto de la información que de nuestra parte y la de los carmelitas calzados, pretendientes de las misma fundación, se había recibido por su comisión; y, según sus expresiones, hubiera expedido en breve el decreto a nuestro favor. Y en prueba de esto y del amor que tenía a los capuchinos y del deseo de que fundasen más conventos en su obispado, solía decir que las fundaciones de capuchi nos no ocupaban lugar, ni por su estrecho y pobre modo de vivir hacían perjuicio alguno; y que así se alegraría que en todos lugares crecidos de su obispado hubiese un convento. «Y no es de omitir la expresión que hizo su Iltma. el Viernes Santo 9. Catálogo de los Capítulos, p . 352-353.
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