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LO S CAPUCHINOS D E NAVARRA Y GUIPÚZCOA EN ACCIÓN 291 Los Padres Francisco Antonio de Garinoain, Definidor, y Antonio de Peralta, Guardián de Tafalla, fueron los encargados de poner esa resolución en conocimiento de las autoridades del Baztán, y de rogarles prestasen su consentimiento. El 8 de diciembre del mismo año reunióse la Junta general del Valle para deliberar sobre el asunto. Faltó la unanimidad en la asamblea; ocho de los catorce lugares, a saber, Errazu, Elvetea, Elizondo, Irurita, Ciga, Aniz, Berroeta y Almandoz, asentían a la fundación; los seis lugares restantes la resistían. Vista la determinación de la mayoría, la Junta levantó auto de que se admitiera a los capuchinos y de que se escribieran cartas al Sr. Obispo de Pamplona, al Sr. Virrey y Real Con­ sejo de Navarra, pidiendo la fundación. Bien encaminado al parecer el asunto, se pensó por parte de los religiosos en poner luego un hospicio en Elizondo, para comenzar a em­ plearse en el servicio espiritual de aquellos pueblos, y también porque así convenía para lograr cuanto antes la fundación. Hubo un noble baztanés, el señor don Juan Antonio Eslava y Berrio, residente fuera del valle, que ofrecía su casa-palacio de Arrechea, sita en Elizondo, para que sirviera de casa-hospicio de los religiosos. El día 17 de se­ tiembre de 1728, los Padres Cristóbal de Monreal y Antonio de Peralta, en representación de la Provincia de capuchinos de Navarra y Cantabria, tomaban posesión del Palacio de Arrechea. para ser habitado por los capuchinos a manera de hospicio. La fundación de convento formal en el Baztán fué detenida por oposiciones locales. Contra el malquerer de algunos, la lucha fué larga, ardiente, lamentable. El Ayuntamiento del Valle, favorable al principio al proyecto, cedió después a la presión que desde fuera se le hacía y suscitó mil incidentes para impedir que se llevara a efecto. «El enemigo común, que no duerme contra las causas de Dios, em­ pezó a turbar a aquella gente pobre y sencilla mediante algunos religio­ sos de las Comunidades de Pamplona, y singularmente de los Padres observantes, ya con personales influjos y ya con cartas de muchos inte­ resados poderosos que vivíar fuera del valle, y principalmente con la autoridad del nuevo alcalde Matías de Jáuregui y sus parientes, y el secretario del valle, Tomás de Echeverz, y ya con varias impresiones falsas e injuriosas contra los capuchinos, y con haber corrido los lugares del valle los Padres Lectores de la Observancia; y puestos para el día de San Miguel en Elizondo, en casa de Aldecoa, pretendieron el año de 1728 que el Valle deshiciese el auto de fundación, que con tanto acuerdo había hecho; pero, asistiendo Dios a su causa, prevaleció la

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