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m em oria, antecesor nuestro, por ciertas cau.-as expresadas en ton ces, m an d ó en un motu p rop io suyo, en virtud de santa obediencia, y debajo de ex com u n ión m ayor, a los amados hijos el V icario G eneral y frailes d e la dicha O rden, qu e, mientras en el Capítulo General de ella, que en Rom a se había d e celebrar, no se determ inase otra cosa, no se atreviesen a pasar a las partes ultramontanas, ni aceptar conventos allí, ni lugares para edificarlos. Aunque los dichos Vica­ rios y frailes tenían por llano que el precepto de nuestro predecesor había ex­ pirado con su muerte, recelaba todavía incurrir en alguna cu lpa de transgre­ sión, procediendo contra el tenor de él, sin licen cia de la S ede A postólica. Nos, con el deseo que tenemos de am pliar la religión , derogam os por las presentes la prohibición susodicha, y todo lo que estuviere en virtud suya determ inado p or nuestro predecesor, restituyendo in integrum contra ella a los dichos Vi­ cario y frailes, y dándoles, com o les dam os, licen cia para pasar librem ente a Fran cia y a las demás partes del mundo, y fundar allí casas, conventos, cu s­ todias y provincias, con form e a los estatutos de su O rden ... D ada en Rom a, año de la Encarnación del Señor de 1574, a seis de mayo, año segundo de nuestro pontificado 4. Este acto de benevolencia del gran Papa sirvió para que la Reli­ gión de los capuchinos se propagase como una planta vivaz allende los términos de Italia. Aquel mismo año de 1574 los capuchinos pasan a Francia y establecen tres conventos en la capital del reino. En 1578 vienen a España y fundan dos casas en Barcelona. En 1581 toman po­ sesión del convento de Altdorf, en Suiza. Cuatro años más tarde se instalan en Bélgica. En 1593 fijan su asiento en los países germanos, comenzando por el Tirol y continuando por la Baviera, Renania, Bohe­ mia y Austria. 3. La determinación de enviar religiosos a España al objeto de introducir allí la Religión capuchina se tomó, por vez primera, en el capítulo general reunido en mayo de 1575. Celebrábase entonces con extraordinaria solemnidad el Año Santo. Semejante acontecimiento atrajo a Roma gran cantidad de fieles de todo el mundo. Contáronse en ese número el célebre almirante español don Alvaro de Bazán, mar­ qués de Santa Cruz, y otros señores principales de Castilla. En tan propicia ocasión, aquellos altos personajes acercáronse al General de la Orden para suplicarle «les diera capuchinos, porque ellos querían fundar monasterios en sus propias tierras» 5. El Capítulo General del citado año trató del asunto y lo resolvió conforme a los deseos de los suplicantes 6. t o s CAPUCHINOS DE NAVARRA V GUIPÚZCOA EN ARAGÓN 5 4. B reve E x nostri pastoralis, 6 mayo 1574 {Bull. Cap. I, 35 y Segunda parte de las Chronicas, p. 208). • 5. Carta dei P . A n gel de Mas a Q uerol, 24 de agosto de 1576, en «R ev. Est. F ran c.», II, 1908, p. 91-92. 6. «In capitulo gen erali cautum fuit a Patribus D iscretis ut m itterentur

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