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LOS CAPUCHINOS DE NAVARRA Y GUIPÚZCOA EN ACCIÓN 147 asistiéndole los dos religiosos que he d ich o, los dos caballeros que lo hospedaron, el capitán Montano y otros muchos. R e co g í el santo cristo, quitéle el Lignum C rucis y las cuentas ; y, si sobre uno y otro había de quedar en mi poder o al cu idado de los religiosos, que decían les tocaba p or no sé qué derecho de la Orden, en que también querían parte los dos huéspedes, se altercó mucho, y con porfía tan devota, que llegó a ser empeño arriesgado, porque había acud ido ya gran número de gente por una y otra p a r te ; pero, al fin, cedieron , asegu­ rando y o que lo entregaría en Cartagena al general don P edro de Ursúa. »Deseaban todos quedar con algo de aquellos despojos que con tanta razón estimaban prendas preciosas, y, a ruego de don Juan Bravo y de don F rancisco M aldonado, ya tarde, y retirada la gente, los dos religiosos le quitaron al difun to el hábito que tenía y con que murió, y le pusieron otro, que mandaron hacer a toda priesa ... »Y , pasando a aquello de la voz púb lica que co rrió luego de que, al desnudarse su hábito al d ifun to, se en cogió, resistiéndolo, hasta que el P. V ica r io le mandó que en virtud de santa obed ien cia lo per­ mitiese, com o lo hizo ; me acuerdo bien que, para asegurarme bien de lo vano de esta particularidad, h ice aquel día, preguntándolo, algu ­ nas diligen cias, pero no quedé bastantemente satisfecho, aunque no por esto dudo de su verdad, porque el cuso se tuvo y tiene en lo n otorio por certísim o. »D ispúsose el entierro, a que acud ió, aclamándole varón santo, cuanta gente había en el puerto, así de los bajeles com o de la tie r r a ; y en un ataúd, decentemente adornado, hechos los oficios funerales, y disparando a este tiempo, y al llevarle, toda la artillería de mar y tierra, quedó depositado su cuerpo en una iglesia pequeña, que com o parroqu ia tiene aquel pueblo. »D i cuenta luego de su fallecim ien to al P . Fr. Lorenzo de Maga- llón, P refecto de la M isión . L legué a Cartagena y entregé al general don P edro de Ursúa el L ignum Crucis, las cuentas y el santo cristo, de que hizo singular estimación, d iciéndom e que lo había de dejar todo vin cu lado en su casa. »R em ití por su mano la carta que dejó escrita el difun to para el R ey nuestro Señor, la cual escribí en con form idad de lo que ordenó» 40. Nadie sabe a punto fijo dónde reposan los restos del gran soldado y gran m isionero. 40. Información de don Diego Radillo de Arce. El ms. original se con­ serva en los fondos Redín, del archivo de los condes de Guendulain, en Pam­ plona,

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