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LA ANTIGUA PROVINCIA CAPUCHINA DE NAVARRA Y CANTABRIA to podían. P ero, sobre todo, lo que más les llamaba la atención, era el ver a Fr. F rancisco de Pamplona, a quien habían con o cid o pocos años antes en la altura de sus grandes puestos militares, fregar los platos y escudillas y hacer cuantos oficios hum ildes se ofrecían ; y con tal gusto y ap licación , que no perm itió que otro alguno se ocupase en ellos du rante el viaje. Con los enfermos seglares, que hubo algunos, aunque no de mucho cu idado, ejercitaron los religiosos cuantos oficios de caridad alcanzaron, sirviéndoles personalmente y a todas horas. En fin, fué tan poderoso y eficaz ese ejem plo, con los demás que vieron en aquellos santos religiosos, que muchos, a im itación suya, se alentaron a ayu nar, d isciplinarse y a otras m ortificaciones particulares, de las que veían practicar a los Padres, ya en comun idad y ya privadamente» 28. E l 25 de mayo los m isioneros entraron felizmente en el puerto de Padrón. Desde ese punto se dirigieron a Pinda, en la tierra de Soño, donde fueron a cogidos por aquel conde y por la p ob lación entera con demostraciones de la más afectuosa veneración. Cuatro días pasaron aquellos fervorosos operarios evangélicos en devotos ejercicios de p ie d a d ; al cabo de los cuales, sobrevin iendo la Pascua de Pentecostés — 4 de junio— , dieron p rin cip io a las tareas del apostolado. El bien que realizaron entre aquellos infieles fué tan grande, que a los siete días calcu laron haber bau tizado no menos de 1.500 personas entre párvu los y adultos. Habíase, pues, llevado a buen térm ino la ardua empresa puesta por la Santa Sede en manos de Fr. Francisco de Pamplona. El talento, la energía y la virtud del antiguo T ibu rcio de R edín habían triunfado de todos los obstácu los que por tantos años habíanse opuesto a la rea lización de tan santa obra. Mostróse claramente en este suceso la mano de la P roviden cia, com o no pudo menos de recon ocerlo el expresado P. P refecto escribiendo a Ingoli, Secretario de la P ropaganda : «Fray F ran cisco fu é — le d ice— , por especial providen cia divina, adm itido en nuestra M isión, y puso tanto empeño en llevarla adelante, que no dudo afirmar que por él se encuentra en el estado en que hoy la vemos» 29. 6. Indecible fué el gozo de Fr. F ran cisco cuando se v ió entre bá r baros e infieles. Habíase realizado su sueño dorado. Pero le duró p o c o esta santa e íntima satisfacción , puesto que ex- 2 8 . ANGUIANO , La Misión del Congo, p. 3 9 -4 1 . 29. Carta del P. Alessano a Ingoli. Pina (Congo) 4 de junio 1645. (Arch. Prop. Fide, SA, 2 4 7 , fol. 1 2 5 ) ; texto español en Bol. Cap. Nav., III, 1 948 , p. 144 s.
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