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LA ANTIGUA PROVINCIA CAPUCHINA DE NAVARRA Y CANTABRIA Murillas y Bernardo X im en ez del C orral, según la memoria que les tengo entregada, escrita y firmada de mi mano, que se hallará en su poder o en el del otro dellos, lo qual quiero se cumpla com o si la dicha memoria y lo demás que con ellos tengo tratado estuviese inserto en el presente mi testamento.» Cum plido el año de n ov iciado, Fr. F ran cisco p ronun ció sus votos, en presencia de toda la C omunidad, llena de júb ilo ante el triunfo definitivo de una voca ción - tan excep ciona l com o la del antiguo gran señor y gran soldado de España. Las páginas siguientes nos mostrarán a Fr. F rancisco m odelo del religioso capu ch ino, que se esmera en cum p lir a la letra, a veces con heroísmo, los deberes de su voca ción . 4. R eferid o queda en otro lugar cóm o con la muerte de Felipe III, rey de España, quedó en suspenso la salida de una exped ición de m isioneros capu chinos al reino del C ongo. D ificultades imprevistas que luego surgieron dieron con aquella santa empresa en el suelo. Entretanto los cristianos del C ongo clamaban por m isioneros. Mas no era fácil reunirlos tanto por las continuas guerras com o por los gastos que exigían. A l fin, en 1640. el Papa U rbano V III erigió una M isión estable en aquella región africana, encargando a los capu ch i­ nos, por m edio de la Sagrada Congregación de P ropaganda F ide, la tarea de reconstituirla sobre nuevas bases y c -2 proveerla de conven ien ­ te número de religiosos. A este anuncio, las demandas llovieron de todas las partes de Europa. Mas los Superiores, no sabiendo al p rin cip io qué recibim ien to se haría a los nuevos m isioneros, entre los cuatrocien tos que lo habían solicitado, se lim itaron a escoger sólo c in c o : cuatro sacerdotes y un hermano lego, ba jo la prefectura del P. Buenaventura de A lessano, hombre de una energía nada común y muy benemérito. En 25 de jun io de 1640 la Sagrada C ongregación los declaraba m isioneros apostólicos del C ongo. El Papa U rbano V III d ióles los respectivos despachos con p rivilegios y facu ltades amplísimas por diez años y escribió una carta al rey don A lva ro , en que los recomendaba, elogiándolos mucho 19. Confortados con la bendición del Santo Padre, los m isioneros se d irigieron a L ivorno. donde se embarcaron para L isboa, adonde arri­ baron en la primera quincena de febrero de 1614. En esta ciudad fueron cordialmente recibidos por el V ice -C o le cto r por la Santa Sede en P o r­ tugal, el señor Jerónimo Battaglini, y muy agasajados por la Corte. 19. Abrégé des M issions, p . 66.

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