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128 LA ANTIGUA PROVINCIA CAPUCHINA DE NAVARRA Y CANTABRIA dicen ser caballero de malas costumbres». Por ú ltim o, el P . A ngu ian o, escribiendo cuarenta y cch o años más tarde, nos da la n oticia de que la resolución de Redín fué tomada a consecuencia de una pedrada que le hendió el cráneo al querer m ediar en una reyerta ca llejera , p r o m ovida en la Puerta del Sol de M adrid por los criados de la princesa de Cariñán. La n oticia que aquí nos da el autor de «V id a y virtudes del Capuch ino E spañol» se nos hace inverosím il y sólo m erecerá de nuestra parte la consideración de un cuento, mientras nuevos datos p o sitivos no vengan a reforzar aquel tardío relato. V em os a muchos escritores empeñados en buscar causas segundas a que atribuir la sorprendente mudanza del Señor de R edín . A tribu ir tan grave determ inación al disgusto causado por una injusta posterga ción en la provisión de un ca rgo m ilitar o bien a la supuesta pedrada en la Puerta del Sol, se nos antoja exp lica ción p or demás ligera y an tojadiza. Los m otivos que orientaron el espíritu del noble caballero navarro hacia la dura regla de los capuchinos son m u cho más hondos y, seguramente, ocu ltos. L o ún ico que cabe decir es que la nueva orien tación de la vida de don T ibu rcio de Redín fué obra de la gracia de D ios en una alma ardientemente cristiana desde la in fancia. Ni tam poco fué efecto de una ilum inación repentina. El p rop io fray Fran cisco con fesará más adelante al P . Tudela «cóm o había tenido la v o cación religiosa por espacio de siete años con tinuos, y que en todo este tiempo resistió a e lla ; mas por d isposición divina p ad eció tal desabrim iento, que ni los festines, divertim ientos, ni mercedes que el R ey le hizo, jamás cosa alguna le pudo alegrar desde entonces el c o razón, y que en las funciones de más jú b ilo era más poderosamente estimulado de D ios con la v o ca ción » 16. P or lo demás no fué raro en aquellos tiempos el caso de h eroicos soldados que acabaron sus días en un co n v e n to ; tales, Juan de Carva ja l, llamado en religión fray Juan de O z u a y a ; fray F ran cisco de A gu i- lar y otros. R ecuérdese que de la casa de lo s Señores de R edín , antes que fray F rancisco salieron para el claustro dos de sus hermanos y dos de sus h erm ana s; y añádase a esto que don Martín de O riz, padre de doña Isabel Cruzat y abuelo de don T ibu rcio , «después de haber enviudado murió carmelita desca lzo» 17. Para su entrada en religión elig ió don T ib u rcio la O rden que por aquel tiempo pasaba por la más austera y santa. Pudo haber in flu ido en esa e lección el ejem plo de caridad que v io en los capu ch inos ha- 1 6 . ANGUIANO, Él Capuchino E-spañol, p . 15C. 17. VlGNAU Y UHAGON j oh c i t p . 2 9 1 .
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