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122 lá A n t ig u a pr o v in c ia c a pu c h in a d é N avárrá y can tabria de San Saturnino. R e cib ió allí m ismo la con firm ación el 19 de marzo de 1607 4. Contaba sólo un mes de edad cuando perd ió a su padre. Doña Isabel, su madre, atendió con esmero a dar a su h ijo una edu cación cristiana y varonil. Desde muy niño descubrió don T ibu rcio una decid ida vocación para la carrera de las armas. A los catorce años, ob ten ido el consen tim iento de su madre, salió de Pamplona para Italia, en busca de gloria y resuelto a luchar por España. Nunca en su vida m ilitar des m intió la fama de sus an tepa sados; supo, p or el con trario, sostener el lustre de los blasones y timbres de la casa de les señores de R edín . «Partió, pues, don T ib u rcio para M ilán, donde a la sazón se en contraba su hermano M iguel sirviendo com o capitán de infantería ba jo las banderas del marqués de la H in o jo s a ; sentó plaza en cuanto tuvo la edad su ficien te; h izo toda la campaña que de 1613 a 1617 sostuvieron nuestros ejércitos contra el turbulento duque de Saboya, y en los seis meses que duró el sitio de V e rce lli mostró denuedo sin g u la r; se le buscaba siempre para los pasos de mayor com prom iso, siendo uno de los veinte soldados elegidos para tomar el reducto de San Andrés y desalojar al enem igo de la estrada cubierta en que se había parape tado» 5. L legado el momento del asalto, el soldado pamplonés se arroja audazmente dentro de las trincheras enem igas, acción de que resulta gravemente herido. Esa y otras proezas valiéronle el ca rgo de alférez en la compañía que mandaba su hermano don M iguel, más el títu lo de Júpiter de E spaña , que le d ieron sus p rop ios camaradas. Nom brado, en 1620, capitán de Mar y Guerra, tomó parte en mu chos combates navales, comportándose siempre con gran bravura. Por abril de 1622 se le com ision ó para que en el buque E l E sp íritu S an io fuese a La Margarita, una de las islas de Sotavento, y a varios puntos de las costas de T ierra F irm e, con el ob jeto de traer perlas y tesoros para Su Majestad. P o c o después cum p lió en La Habana otra importante m isión. El rey Don Felipe IV agradeció estos servicios a don T ib u rcio y a cordó en prem io a ellos y a otros anteriores con cederle el hábito de Santiago, para cu y o efecto mandó abrir la correspondien te in for m ación , en carta fechada en M adrid a 21 de enero de 1624 e. 4. Arch. parr. de San Saturnino de Pamplona, libro 3.° de Bautizados fol. 25. 5 . PU YOL, ob. cit. p . 2 1 -2 2 . G. La información se conserva en el Archivo Histórico Nacional de Ma-
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