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LOS CAPUCHINOS DE NAVARRA Y GUIPÚZCOA EN ACCIÓN 115 sionados por la D ipu tación de Gu ipú zcoa para darle la bienven ida y acompañarle en su paso por la provin cia . Grata d eb ió de ser para los habitantes de Hernani la breve estancia entre ellos del General de los capu chinos, pues, a los p o co s días, solicitaba el Ayun tam ien to la fundación de un convento de la Orden, ofreciéndose a levan tarlo a su costa en el más cóm odo y m ejor paraje de su distrito ,9. El 6 de ju lio parte de Hernani con d irección a T olosa , adonde llega al anochecer. U n o de los de la com itiva del P . General describe las últimas etapas de aquel viaje hasta la capital de N a v a rra : «E l día 7 de ju lio salimos de T olosa para Pamplona por cam inos muy ásperos. A p o co de haber partido tuvimos que subir un alto m o n te ; una buena legua más adelante tuvimos que pasar otra cuesta. T odav ía atravesamos una m on taña muy elevada, por muy mal cam ino. Cam inamos todavía dos leguas y llegamos a A rriba s ; nos detuvimos aquí y com im os en la posada. R ea nudamos el viaje, al atardecer llegamos a Lecum berri (Larraun ), donde cenamos y dorm im os. P or la mañana del día siguiente partimos de allí y, cam inando otras dos leguas por entre montañas, a través de un terreno sumamente quebrado, arribamos a O ch ov i, donde com im os en casa de un buen señor. Después de com er prosegu im os el viaje. P or la tarde llegamos a Pamplona 20. Era aquel día el 8 de ju lio de 1648. Un numeroso p ú b lico esperaba al santo General a su llegada a Pamplona. La C omunidad de los capu ch inos salió procesionalm ente a su encuentro con cruz alzada. A l lad o de la C omunidad se encontraban el V irrey , todas las autoridades del R ein o, el clero y prin cipales caba lleros de la ciudad. A cierta distancia de la cruz procesiona l el ilustre v ia jero ba ja de su muía, adora la cruz y la besa, puesto de rod illas. Se entona el tedeum y la procesión regresa a la iglesia del convento. A d o ra d o el Santísimo y dichas las preces de R itual, el Padre V isitad or sube las eradas del altar, toma asiento al lad o del evangelio y da a besar la mano a los religiosos, a las autoridades y a los fieles. Term inada la función de iglesia, el P. General y sus acompañantes pasan al refec torio, donde se les sirve un refrigerio. Fueron sin fin los agasajos y visitas que al General de los capu ch inos se le h icieron en Pamplona. U n o de los días brindósele con una lujosa carroza a fin de que con mas facilidad pudiera realizar sus o b li gadas visitas en la ciudad ; hum ilde h ijo de San Francisco el P . Calta- 10. Arch. mun. Hernani, E, 4, serie III. 20. P. Francisco de Toledo, citado por Cui.TRERA, ob. cit., p. 294.
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