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R einos, en la primera provin cia de ellos, se le hizo protesta de no poder ni deber adm itir las dichas Constituciones con buena con cien cia y haber apelado de todos y cualesquier actos que en orden a la ejecu ción de ellas V . R vdm a. o otro cualqu ier Superior hiciese, esto no obstante, V . R vdm a. d e jo orden en aquella provin cia se imprim iesen en lengua vulgar y se leyesen y pusiesen en p ráctica en todos los conventos, e enviasen a todas las p rovin cias de E sp a ñ a : de donde se ha segu ido nueva perturbación , inquietud y desasosiego en los religiosos de estas p ro vincias de España, siendo muchos los que públicam ente dicen se irán a la Observancia y a otras R eligiones, si estas Constituciones se pusie sen en práctica. Por todo lo cual, el presente C ap ítu lo... parece a los pies de V . R vdm a. y con la sum isión, d ecoro, hum ildad, estimación y amor que cada uno en particular tiene a V . R vdm a., el P rovin cia l, Defi- nitorio y Capítu lo presente, en nombre de toda la provin cia y en nom bre p rop io de cada uno, protesta a V . Rvdm a. de no entender o b li garse ni adm itir las dichas Constituciones, ni todas juntas, ni cada una de dellas en particular, sino aquellas que están hechas, aprobadas y confirmadas por lo s Capítu los Generales, y adm itidas y practicadas por toda la R e lig ió n ; para lo cual, desde luego, suplica a S. S. dé audiencia a la justicia desta causa y se le apela m ejor in form ado, de todos y cualesquier actos que V . R vdm a. o cualqu ier Su pe rio r...» N o se puede decir la inquietud que causó en el ánimo del P. G e neral semejante a cción , ni imaginada ni esperada. Con el mayor tesón qu iso el P . M oncalieri convencer al Capítu lo del yerro grande que hacían, hacerles ver los riesgos a que se exponían, trayendo com o ejem p lo los castigos que el Señor P rotector había h echo en otras provin cias con religiosos graves y ancianos, hasta haber puesto un caparon a uno de ochenta años de edad. El desenlace de esta porfiadísim a disput?. no fué tan desgracia do com o pudo temerse en ciertos momentos. A l cabo de unos lances de inútil fo rce jeo el General despidió al Capítu lo sin hacerse las elec ciones, h izo una larga p lática a los capitulares, dióles la bend ición y desp id iólos a sus conventos. Después de estos sucesos el P. M oncalieri fué recib ido con notable agasajo p or Sus Majestades, que le mandaron cubrir y «le mostraron todo el Pa la cio hasta lo más secreto d él» ,(l. De Castilla, entrado ya el mes de ju lio , pasó de nuevo a A ragón , donde recib ió a una Com isión de la D ipu tación de Navarra. A primeros LOS CAPUCHINOS DE NAVARRA Y GUIPÚZCOA EN ACCIÓN 10<) 10. E rario , fol. 74-85.
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