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100 LA ANTIGUA PROVINCIA CAPUCHINA DE NAVARRA Y CANTABRIA haber sido todo este suceso m ilagroso, alcanzado de D ios por m edio de su Santísima M adre». Y añ ad e : «También fué prem io del ca tó lico celo del ejército tan cristiano, y de la piedad religiosa de tan grandes príncipes (el R ey y el A lm irante) ; y, al con trario, castigo de las muchas insolencias de los franceses, ejecutadas en imágenes santas — pues hallamos alguna con cuarenta puñaladas, que nos la p id ió el Sr. A lm iran te para vene­ rarla— , y juntamente su p oca cristiandad, pues se sabe, de persona religiosa de su ejército, con fesaron aquel d ía p ocos, y ayunaron menos, y vióse bien en las lindas ollas de carnero, vaca, tocino y repollo que tenían para cenar, singularmente el de Condé, que tenía por huésped aquella n oche al a rzob ispo». Muy preocupados andaban los religiosos por la suerte que hubiere p od id o correr el convento de R entería después de haber sido incendiada y ocupada la villa por el ejército enem igo. La carta-relato del P. Fran­ cisco de Tarazona llevó la tranquilidad a todos los religiosos de la p ro ­ vin cia . «Han quemado m u ch o — escribe el P . F rancisco— por aquellos lugares los franceses. En R entería sólo han quedado algunas quince c a s a s ; el conven to de monjas, menos quemado, ha recib ido todo el daño p o s ib le ; el nuestro no ha re cib id o daño alguno, antes vinieron, de los Padres de Bayona, algunos. »P ero, cuando se hubiera perd ido todo, ya nos había D ios preve­ n ido el remedio en la gran piedad y afectuosa d evoción con que nos honra el Sr. A lm irante, pues había h echo voto de lo reedificar o reparar todo el daño que recibiere la casa, o las cosas que en ella había. Fui a darle las gracias deste favor, y me d ijo su E xcelen cia que, habiendo sabido Su Majestad esta su determ inación, le escrib ió al Conde-Duque que el R e y estimaba su p iedad, pero quería corriese por su cuenta el reparar todos los daños que el conven to de los capu ch inos hubiese recib ido. Aunque, sin embargo de esto, ha dado el Señor A lm irante una buena limosna para que se compren algunas niñerías que habían faltado i3. Debem os a este P rín cipe (el Sr. A lm iran te) grande amor, y mostró bien en un p risionero que de nuestro hábito quedó entre los otros franceses, a quien, después de haber agasajado, envió con un trompeta a Bayona, acompañado de dos Padres de nuestra provin cia , que son el P . Fr. Bernardo de Pamplona y el P . Fr. Juan de L oarre». Con m otivo de esta victoria, el R ey D on Felipe IV hizo clonación 13. Es errónea la afirmación de Madoz ( D iccion a rioV III, p. 236), según el cual la ciudad de Fuenterrabía, en los apuros del sitio, habría hecho voto de fundar convento de capuchinos.

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