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96 C apítulo V dos extensas provincias, intransitables durante cinco o seis meses y muy malsanas aun para los hijos del país que se consideran muy dichosos si logran escapar con seis o siete meses de calenturas cada año. Así se comprende el gran interés que tuvo el insigne García Moreno en que los Capuchinos se establecieran en Portoviejo. En tiempo del Gobierno español los PP. Mercedarios tuvieron allí un pequeño convento donde mandaban a los castigados. El país era bueno para mortificarlos, pero no lo era para corregirlos. De ellos data el espacioso templo de Ntra. Sra. de la Merced, cuya fiesta se celebra durante toda la novena con la mayor solemnidad y gran concurso de gente; la cofradía de Ntra. Sra. de la Merced, del Smo. Sacramento; de Ánimas y alguna otra que aún costeaban la fiesta de San Pedro Nolasco, la de San Ramón Nonnato y su solemne novena, la misa solemne de la Virgen todos los sábados, la del Smo. Sacramento todos los jueves y la de ánimas todos los lunes. Los habitantes no eran hostiles al Clero, eran muy raros los que morían sin sacramentos pudiendo recibirlos, el templo lo frecuentaban poco po r razón de la costumbre creada por las tan frecuentes enfermedades, distancias considerables y falta de clero. Los encargos de misas no escaseaban y la fiesta del patrón del pueblo se celebraba con mucho explendor y concurrencia. En religión estaban bastante instruidos porque se enseñaba en el seno de la familia, lo mismo que a leer y escribir; la asistencia a la escuela era muy difícil; en muchas familias se leía el P. Mazo y en las acomodadas se leía también el año cristiano; faltaba un clero más numeroso y ejemplar. En aquel país vivíamos tranquilos, olvidados y casi abandonados de los Superiores mayores y, a la vez, que ocupados constantemente en el ministerio sacerdotal, solicitados a todas horas por los fíeles, seguíamos la marcha de los sucesos. Leíamos las doctas pastorales de los Sres. Obispos de Riobamba y de Loja y los escritos de Dn. León Mera, y del benemérito eclesiástico de Cuenca Dn. Miguel contra Montalvo, el cura apóstata Chiriboga y otros escritores del bando liberal y masónico. Leíamos también La Fe, El Siglo Futuro, La Cruz y el Consultor del Párroco que nos prestaba Dn. Manuel Freile. Alguna

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