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F undación del C onvento de I b a r r a 95 el Gobierno revolucionario. Como en el Viernes Santo de aquel mismo año había muerto envenenado el Sr. Arzobispo de Quito y las amenazas revolucionarias no cesaban los Capuchinos franceses creyeron el relato de los fugitivos. Por fin, el mismo P Antonio de Igualada, superior de la residencia, inconsulto Superiore, nos abandonó y se fue a Panamá y, no mucho tiempo después, se fue a Costa Rica donde se juntó con el P Bernardino de Capellades; hasta la hora presente no he sabido nada más de ellos. Quedamos en Portoviejo los PP Vicente de Olbán, Gaspar de Montbuy y Cayetano de Igualada. Desde que murió el hermano lego Fr. Magín de Tarragona no hubo en aquella residencia ningún otro y fue necesario el servicio de una buena mujer para la cocina y otros menesteres. Vivíamos, como dicho queda, en el seminario y ejercíamos todas las funciones del ministerio parroquial. Portoviejo, si bien era la capital del Obispado y de la provincia de Manabí, no tenía más que un párroco, sin coadjutor, sacerdote ya más que septuagenario, secularizado de la Orden de San Camilo de Lelis. El Sr. Obispo Dn. Luis Tola, por dispensa apostólica, residía en Guayaquil a causa de su enfermedad y tenía por Vicario General a Dn. Manuel Freile que, a la vez, era párroco de Riochico y venía a Portoviejo una vez la semana para despachar los asuntos que hubiera; Canónigo aún no había ninguno; la catedral, situada en la magnífica plaza, era toda ella de madera, grande y hermosa, pero aún no estaba terminada, mas los divinos oficios se celebraban con mucha decencia y desahogo Los sacerdotes que había entonces en la Diócesis eran: Dn. Manuel Freile, Vicario General y párroco de Riochico, Dn. Rafael Bermeo, párroco de Portoviejo, Dn. Braulio N. Párroco de Santa Ana, Dn. Vicente Loor, párroco de Chones; Dn. N. Cruz, párroco de Rocafuerte, alias Pichota; un sacerdote párroco dimisionario y ex fraile mercedario; había otros tres cuyos nombres no recuerdo y eran párrocos de Montecristi, Jipijapa y Paján; había también dos sacerdotes párrocos en la provincia de Esmeraldas perteneciente al Obispado de Portoviejo; total once sacerdotes en toda la Diócesis, poblada por unos 40.000 habitantes, diseminados en
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