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C a p ít u l o V FUNDACIÓN DEL CONVENTO DE IBARRA Don Gabriel García Moreno, ilustre Presidente de la República del Ecuador, trabajaba con toda su alma en el engrandecimiento de su patria. Varón muy instruido e inteligente, valeroso y emprendedor buscó constantemente hombres buenos para los cargos públicos y, de muchas y diversas maneras, protegió las artes, los oficios y las ciencias; la instrucción primaria y la secundaria; la producción nacional y la buena inversión de los fondos públicos. Y como estas diligencias de muy poco sirven cuando las costumbres de los pueblos no son buenas y, no son buenas en verdad cuando no son cristianas, se dedicó muy especialmente en moralizar al pueblo en sentido cristiano. Los Gobiernos liberales y masónicos, en el Ecuador como en todas partes d ond e impe ran , lo hab ían c o r r om p i d o y a r r u i n a d o moral y materialmente: la hacienda pública no existía, las fuentes de la riqueza nacional estaban abandonadas y la ignorancia era grande en el pueblo, así en las cosas religiosas como en las profanas. Para remediar estos males, García Moreno no descuidó multiplicar las escuelas cristianas y los colegios católicos, católicos por los libros de texto, católicos por los profesores, católicos por el espíritu que infundían a los alumnos; logró se erigieran sedes episcopales de Ibarra, Riobamba, Portoviejo, Guayaquil y Loja y que la ya muy antigua de Quito fuera elevada en el Ecuador a sede arzobispal; fundó varios hospitales; estableció en el Ecuador varios Institutos religiosos docentes y no docentes y procuró reformar, en sentido eclesiástico, el clero regular que en los siglos anteriores había formado la sociedad ecuatoriana. Habiendo llegado a su noticia que en Panamá vivían sin domicilio fijo unos religiosos capuchinos, expulsados por el Gobierno liberal y

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