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80 C a p ít u lo III Gaspar de Montbuy, Fr. Melchor de Tivisa, Fr. Olegario de Gracia, Fr. Cayetano de Igualada (el que escribe esto), Fr. Angel de Aviñonet, Fr. Santiago de Guatemala, y me parece también, aunque no estoy cierto, Fr. Estanislao de Reus, los hermanos legos Fr. Domingo de Olot, otro cuyo nombre no recuerdo, pero sí que era salvadoreño, y me parece que también, el guatemalteco Fr. Fermín de Totonicapán: total unos doce. Los PP. Antonio de Igualada, Pacífico de Montroig y Vicente de Olbán se quedaron con los PP. Capuchinos de Nueva York; unos 15 quedábamos en los Estados Unidos con los PP. Capuchinos alemanes, quienes tenían el propósito de fundar en California, país más benigno y poblado de gente de lengua española y, por lo tanto, más propio para nosotros y conveniente, además, para contentar a los católicos de California. No puede negarse que este pensamiento era muy loable; pero no se realizó. Fr. Domingo de Olot se acobardó con los grandes fríos de aquellas tierras y se fue a Francia solo, en noviembre o diciembre de 1872. El P. Esteban de Adoáin estuvo gravemente enfermo, ajuicio del médico a causa de los fríos, y se asustó. Los fríos rigurosos principian ya a mediados de octubre y no terminan hasta mayo; la temperatura corriente son 25 grados bajo cero, hay días que llega a 30; en aquel año llegó hasta 35 y 37, pero nos decían que era un año extraordinario; de todos modos eran fríos demasiado grandes para nosotros, y, lo que realmente nos convenía, era California, país muy parecido al nuestro y, abundando allí los de lengua española, los PP. Esteban de Adoáin y Antonio de Igualada se habrían dado a la predicación y a las misiones. Pero las cosas tomaron otra dirección. Ignoro lo que ocurrió. Con sorpresa de los PP Alemanes y nuestra, a mediados de febrero de 1873 nos dijeron los PP Esteban y Gabriel que habíamos de ir a Francia, y a Francia nos llevaron; no quedaron más Capuchinos españoles que los tres de Nueva York. Todo esto obedecía a la idea de fundar en España y, como la República se proclamó el 11 de febrero y creían nuestros padres graves que Dn. Carlos sería proclamado a las pocas semanas y

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