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L o s C apuchinos en S an F rancisco de C alifornia : su dispersión El resultado no defraudó las esperanzas. Pagados todos los gastos, los organizadores dieron a los Capuchinos 100.000 pesetas; ignoro lo que entregaron a los PP. Dominicos. El comportamiento de los californios [sie] para con nosotros no pudo ser mejor, esto es incontestable Desgraciadamente no pudimos corresponderles como se merecían; unos queríamos quedarnos allí y otros no querían, en estas páginas podemos y debemos decir la verdad: Flabía entre nosotros algunos que estaban bastante disgustados con la austeridad del P. Esteban de Adoáin: no llevaban a mal que fuese austero para sí mismo, pero no querían que esa austeridad la extendiera a los demás. Decían que no tenía dotes de gobierno y que su trato austero disgustaba aun a los seculares adictos al convento; que no tenía don de gentes; los que así opinaban, temiendo tenerlo de superior, trabajaron cuanto pudieron para que nos quedáramos en California. Era absolutamente necesario aprender el inglés y casi ninguno de nuestros padres se sentía con ánimos de aprenderlo, unos por la edad y otros por falta de capacidad. Los Sres. Obispos no querían conceder licencias ministeriales a los sacerdotes sin examinarlos antes y conocer así su idoneidad para ejercer el santo ministerio. Decían, y tenían razón, que el personal les era desconocido, que California no era Guatemala, y que podían ser muy suficientes para ejercerlo dignamente en Guatemala, y no tener suficiencia para ejercerlo bien en California. Esta actitud tenía disgustados a los más de nuestros padres y, por otra parte, no estaban resueltos a dedicarse al estudio. La educación moral y religiosa que se daba en Guatemala era muy laudable, muy buena para formar buenos religiosos, en alguna cosa que afecta a la mortificación corporal había quizá demasiado rigor: en los ayunos y abstinencias el rigor era grande; los alimentos son de suyo muy flojos y, tanto en cantidad como en calidad, se daban con mucha parsimonia, así es que la generalidad de nosotros éramos débiles y todos los años había defunciones debidas a esta causa, más bien que a otras; la vida regular capuchina es algo pesada de suyo y, en los países tropicales, es muy difícil practicar todo lo que se hace en las zonas templadas. Los

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