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E xpulsión de los C apuchinos de G uatemala y del S alvador (18 72) 65 nombre del famoso misionero era venerado como el de un santo y una verdaderapotencia; fácil lehubierasidoprovocarunacontrarrevolución, y eso es lo que temía el Gobierno constituido. La expulsión de los Capuchinos, tanpopularesyqueridosdel pueblo, fue intentadayaplazada varias veces. Por finel Gobierno se decidió a llevarla acabo. Unos mil soldados mandados por un Coronel llamado Irungaray salieron de la Capital sin saber a dónde iban y, menos, a qué iban Según las órdenes recibidas el Coronel los condujo a laAntigua. Los jefes subalternos eran escogidos entre los más impíos y osados enemigos de laReligión. Llegaron alaAntigua al amanecer del primer viernes del mes dejunio, circunvalaron el convento y las tapias de la huertay ocuparon lasbocacalles de lapoblación próximas al convento. La ciudad no se dio cuenta de lo que pasaba. Tomadas todas las medidas preventivas que creo necesarias, el Coronel y otros jefes llamaronalaporteríadel convento y, requerido el superior, sepresentó y se le dijo: “Por orden del Gobierno, dentro una hora todos los frailes handeestarreunidos enel claustro; no se les permitetomarcosaalguna”. Eso era a las ocho de la noche (en aquel país ya está muy oscuro en dichahora) ya las nueve se pasaba listaenlaportería del conventoy los soldados, encargados de registrar las calles y demás dependencias, aseguraban al Coronel que ni en la iglesia ni en el convento quedaba frailealguno; no sepudo salvarsinoalgúncálizyalgunode los religiosos pudo llevarse ropa paramudarse; todo lo demás quedó allí: labiblioteca queerabastanteregular, cálices, misales, librosdecoro, enseresdecocina, ropería, enunapalabra, todo. Sinmás ropaque lapuestayconel breviario y un crucifijo salimos del convento a las nueve de la noche del primer viernes de junio de 1872 y, pasando por entre las dos filas de soldados quecubríanlacarreradesde lapuertadel convento hastaelAyuntamiento, fuimos allí alojados y quedamos custodiados por latropa. Fueron expulsados: el P. Francisco de Bossost, fundador; el P. Segismundo deMataró, Comisario General y Guardián; el P. Antonio de Igualada, Vicario, el P. Esteban de Adoáin, ex-Comisario General

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