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P ersecución de los frailes en E spaña desde 1833 a 1843 57 morada en la Antigua un soberbio hospital de Betlemitas con su hermosa iglesia, situado a pocos metros de la población de la que la separaba una hermosa explanada aneja al edificio, que, plantada más tarde de cipreses, tenía un aspecto muy agradable; la huerta, aneja igualmente al edificio, era también muy suficiente para las necesidades de una comunidad numerosa. En este hospital se conservaba con religiosa veneración la pobre celda del glorioso fundador de los Betlemitas el venerable Pedro Betancourt, natural de Canarias, y su sepulcro, que estaba en una iglesia de la Antigua, era muy visitado con grande veneración por los católicos moradores de la ciudad: los Betlemitas eran un Instituto religioso dedicado al cuidado de enfermos y de niños pobres y abandonados, y se extendió mucho en la América Central y en Méjico. El edificio era un montón de ruinas y los pobres Capuchinos apenas tenían donde vivir; poco a poco lo fueron restaurando y en 1869 era ya un convento bastante hermoso. La pequeña colonia capuchina fue creciendo en número, cada día más amada de la población y más popular: hasta el Sr. Arzobispo pasaba en el convento sus temporadas, y el mismo Presidente de la República la visitó. Al P. Francisco de Bossost se le juntaron los Rdos. PP. Lorenzo María de Mataró, Ignacio de Cambrils, Pedro de Llisa y Segismundo de Mataró, Juan Gualberto, italiano procedente de un convento de Chile, y el P. Esteban de Adoáin, procedente de la Misión de Venezuela y de la isla de Cuba donde había sido compañero del limo, y Venerable P. Antonio María Claret y Clara. Su vida ejemplar y austera y sus trabajos apostólicos les dieron gran fama y prestigio en toda la República de Guatemala y en la vecina del Salvador. Los Rdos. P. Lorenzo María de Mataró y Pedro de Llisa redujeron a la vida civil la salvaje que traían los indios llamados Lacandones, y el P. Esteban de Adoáin adquirió una gloriosa celebridad en sus frecuentes misiones en Guatemala y en el Salvador. Su vida penitente y mortificada, su celo por la salvación de las almas, su salud robusta, su talla, su firmeza, su voz, su larga y hermosa barba blanca,

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