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PERSECUCIÓN DE LOS FRAILES EN ESPAÑA DESDE 1833 A 1843 C a p í t u l o I Nadie ignora la violenta e inicua persecución de que fue víctima en España el Clero Regular, por no hablar sino de él. Despojado de sus bienes, expulsados de sus conventos, encarcelados, desterrados y perseguidos los religiosos como si fueran bestias feroces tomaron diferentes direcciones. Unos se ocultaron como pudieron en la misma España hasta que pasó lo más duro y desecho de la borrasca, y otros buscaron en Francia, Italia y América la seguridad y sosiego que no podían tener en su patria. Los Capuchinos, por más que no fueran ricos, sufrieron la misma persecución que los demás. En los frailes no se odiaban sólo las riquezas, se aborrecía también en ellos el estado religioso, los votos monásticos, y por esta causa, los Capuchinos, aunque pobres, no fueron perdonados. Se ocultaron pues ellos también, y fueron muchos los que tomaron el camino del destierro. Varios fueron a Italia, y no pocos terminaron allí sus estudios y se ordenaron, y los más pasaron de los conventos italianos a las misiones americanas. La emigración a Francia favoreció mucho la reciente restauración de los Capuchinos en las Galias: en todos los conventos había Capuchinos españoles. No habían perdido la esperanza de poder volver a España, y hacer en ella vida conventual como antes de la expulsión. Ellos fundaron en Ceret y en Bayona conventos que, en sus piadosos designios, habían de servir para cobijar y formar los futuros restauradores de la Orden en España: de estos conventos se hablará más adelante; ahora hemos de hablar del de

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