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300 C a p ítu lo X X funesta y deplorable cuanto que los religiosos estaban todavía bajo la opresión tiránica de los Decretos de Julio Ferry, rehechos clandestinamente y con las iglesias cerradas, y amenazados constantemente de una segunda y completa expulsión. Soliviantar así los ánimos en tales circunstancias no se le ocurre más que a un P. Bruno Principiaron los trabajos canónicos contra el Rescripto de 29 de enero de 1886, se buscó el dinero necesario para pagar los trabajos que había que hacer y los personajes que habían de intervenir a favor de la causa que se defendía. Hubo procesos contra varios religiosos que fueron condenados por los tribunales de la Orden a diversas penas canónicas, hubo víctimas ilustres, pero la más ilustre de todas fue el P Hilario de París. No por eso desmayaron; prosiguieron la lucha con tesón y al cabo de seis años y medio, obtuvieron el Rescripto de 19 de junio de 1892 cuyo texto ya hemos reproducido. ¿Qué hemos de pensar de una Curia Generalicia que se atreve a mentir a la Santa Sede y por medio de mentiras y falsedades, arranca de ella Rescriptos injustos y perjudiciales a la paz del claustro?. Necesario es verlo para creerlo; pero lo hemos visto y no podemos dudarlo. Así se comprende echaran mano de la persecución para ahogar la protesta e intimidar a los religiosos que prefirieron perder sus cargos, honores y dignidades claustrales e incurrir en desgracia de la Curia Generalicia antes que abandonar la causa de la justicia y la del Derecho atropellado. Aún hay religiosos que tienen conciencia y valor para defenderla, aún hay religiosos que estiman en más el Derecho y la Justicia que los guardianatos, provincialatos y generalatos; que los lectorados, doctorados y licencias para ejercer el santo ministerio. Lo mismo nos había ocurrido en España en 1893. Si hubiera habido perseverancia habríamos llegado, también, a lograr de la Santa Sede la declaración de la nulidad de las elecciones de 1892 en las tres Provincias de España. En las tres se hicieron del mismo modo; en las tres fueron un pastel, en las tres se quebrantaron las formalidades esen cia le s para el va lor de las e le c c ion e s . Pero aquí no hubo

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