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286 C a p ítu lo X I X Gobierno para que se gastaran en las Carolinas Antes de 1892 corrió entre los frailes el rumor de que al P Joaquín se le habían pedido cuentas de los fondos entregados a él para ser invertidos en las Carolinas; que estaba en gravísimos apuros por no poder justificar su inversión en aquellas islas, y que por este motivo peligraba muchísimo. En este sentido entendieron los frailes residentes en Ntra. Sra. de la Ayuda en Barcelona estas palabras textuales pronunciadas allí por el P. Buenaventura de Lumbier: “ Dentro p o co veremos cosas asombrosas entre nosotros: no puedo ser más explícito” . El P. Joaquín de Llevaneras no se con ten tó con la Misión de Carolinas; quiso también la de Chile, que desde años atrás tenían los italianos para civilizar a los indios araucanos con el auxilio del Gobierno de aquella nación; y por fin enviar misioneros españoles a toda la Am érica latina. La idea es muy buena. L o s Capuchinos españoles, mejor que los de otra cualquiera nación, son los más indicados para evangelizar la América española: ya lo habían hecho en los siglos X V II y XV III en Panamá, Venezuela y otras regiones que por aquel tiempo estaban subordinados a la autoridad suprema que residía en Santa Fe de B ogotá . El V. Fr. Francisco de Pamplona, ascendiente de la familia de los actuales Condes de Guenduláin y famoso General Redín en tiempo de Felipe IV, fallecido en la Guaira, condujo considerables expediciones de Capuchinos españoles a América. Pero para abarcar tanto era necesario tener brazos muy largos, es decir, se necesitaba numeroso y buen personal y este personal no existía Ya se ha explicado con qué elemento se restauró la Orden en España en 1877. N o podía haber en 1887 el personal necesario para tener en España comunidades florecientes y, sin embargo, el tenerlas era artículo de primera necesidad Con comunidades raquíticas no es posible tener con ten tos a los pueblos que las mantienen con sus limosnas, no es posible tener prestigio y atraer gente. A pesar de tanta esca sez de personal no se moderaba el afán de aceptar nuevas fundaciones y de fraccionarlo con residencias.
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