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C apítulo X I X LAS M ISIONES DE LOS PP. CAPUCHINOS EN LAS CAROLINAS Y EN LA AMÉRICA LATINA La tentativa de Alemania para apoderarse de las Carolinas y la consiguiente efervescencia que causó en España en 1885 dieron a Fr. Joaquín de Llevaneras la idea de solicitar del Gobierno español la facultad de establecer misiones en aquellas remotas islas. La aspiración a tener misiones de esta índole con el fin de lograr la exención del servicio militar a favor de los religiosos destinados a tan ardua empresa era ya antigua entre nosotros; pero en honor a la verdad debo decir que, no obstante abundar yo también en esta aspiración, nunca la había secundado en manera alguna; parecíame que el privilegio se compraba muy caro. Menos la secundé todavía cuando vi el giro que tomaban las cosas, y me figuré que las misiones servirían para desembarazarse de los frailes que estorbaban en la Península. La Misión de las Carolinas se pidió y se obtuvo; pero el compromiso no fue para todos los Capuchinos de España, ni para todas sus Provincias. El Gobierno no admitió para dicha Misión sino dos conventos: el de Fuenterrabía y el de Pamplona, com o el de Ocaña para los Dominicos para Filipinas, el de Monteagudo para los Agustinos con destino a Filipinas también, y el de Santiago para las Misiones franciscanas de Marruecos y santos Lugares de Palestina: sólo los Capuchinos de dichos conventos estaban afectos a la Misión de las Carolinas, sólo ellos estaban exentos del servicio militar y percibían del Gobierno una módica pensión para su congrua y modesta sustentación com o los frailes franciscanos, dominicos y agustinos destinados a Filipinas, Marruecos y Tierra Santa. La Misión de Carolinas tuvo serio contratiempo. El P. Joaquín de Llevaneras no contó para nada con el Sr. Arzobispo de Manila ni con otro

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