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2 7 2 C a p ítu lo X V I I Congregación por él ideada y planteada y, por un considerable número de Obispos, aprobada y aceptada. De esto se lamenta con dolor en la carta que me escribió con fecha 5 de julio de 1899, a la que acompaña la siguiente con carácter reservado, y que reservada está, pues, a nadie he comunicado nada de estos asuntos, pero estoy autorizado para ponerla a continuación: “Ya creo tiene conocimiento de mis trabajos en la América y en la del Sur. Ayudado por los Sres. Obispos, se dio empuje a mi fundación de Misioneros de las siete palabras para laAmérica latina, se mandaron algunos sujetos buenos que tenían colegios en Méjico; y eran otros Curas de almas con gran contento de los Prelados que elogiaban mi idea por el gran fruto que esperaban sacar del servicio de los Misioneros; tengo la aprobación de 18 Prelados y todos pedían personal, que el mandar un sacerdote (se entiende con el permiso de su Obispo y del que lo recibía) me costaba mil pesetas y, así es, que una parte de mis ahorros se emplearon en la obra que los adversarios han destruido y creo más culpable al Manco” . “Vine, como sabe, a Roma donde los Prelados querían estuviera para, con el tiempo, hacer aprobar el Reglamento de los Misioneros que se imprimió en Propaganda con el permiso correspondiente. Allí puse casa, y creí que la cosa irían bien, hasta que, para impedir fuese adelante mi obra, me avisaron que el Manco, con grandes influencias, se estaba ganando tres Cardenales contra mí” . “Lo primero que apareció en el L'Osservatore Romano y otros periódicos llamados ecos del Vaticano fue un suelto en el cual daban la voz de alerta diciendo que el ex frate (como si dijeran el apóstata) fulano de tal, etc., etc. se irrojaba [sic] el título de fundador de la Congregación de Misioneros de las Siete Palabras, que la Santa Sede no había autorizado tal cosa, y que jamás había recibido ninguna autorización de la Santa Sede para nada, etc., etc ” . “Acudí a los periódicos y supe que el tal anuncio había salido del Ministerio de Estado, esto es, de Rampolla y, por lo tanto, que no
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