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S a lid a d e l C o n v e n to de S a n lú c a r de B a rra m e d a p a ra C á d iz 253 siempre mayoría porque tienen en su mano todos los medios de seducción y de intimidación, y unos por propia conveniencia, otros por miedo y otros por complicidad el hecho es que la mayoría de los frailes sigue a los Superiores. Ya se ha leído la exposición que los Superiores neoelectos de la Provincia de Toledo elevaron a la Santa Sede por impulso de su propia conciencia y también hemos visto que esos mismos Superiores flaquearon y se volvieron atrás precisamente cuando debían haberse mantenido firmes. Se ha visto, también, cómo no he logrado ser oído siquiera, ni pudo conseguir el Sr. Obispo de Cádiz que la Santa Sede me autorizara para ir a Roma. Por consiguiente, en la Orden no me quedaba más alternativa que ésta: o prevaricar aprobando lo que en buena conciencia no podía aprobarse, o vivir perseguido todos los días de mi vida Persuadido de esto, opté por la retirada, por la secularización. Casos hay en que los mismos casados, permaneciendo indisoluble el vínculo conyugal, pueden lícitamente divorciarse. Esto viene a ser la secularización, undivorcio entre el profeso y laOrden en que haprofesado, quedando, sin embargo, unidos por el vínculo radical y perpetuo de la profesión religiosa que permanece intacto. El mismo Jesucristo nos ha dicho: “Cuando os persiguieren en una ciudad, id a otra”, y esto es lo que hizo él muchas veces, como se lee en el santo Evangelio. La Iglesia tiene atribuciones para atar y desatar, pero así como el divorcio, por justo que sea, no honra a los divorciados, la secularización, por justa que sea, tampoco honra al secularizado ni a la Orden de que se separa. No creo yo que ninguna Orden religiosa se gloríe de tener secularizados Y ninguna puede compararse con la Iglesia: ésta no puede corromperse, pero las Órdenes religiosas pueden degenerar y algunas han degenerado. He dicho que me quejo de las injusticias de los hombres y debo añadir que no me quejo de la Divina Providencia: adoro sus altos juicios y reconozco la justicia y bondad de sus caminos. Me dio un padre bueno que, con su palabra y su ejemplo, me guió por el camino del Reino de los
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