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2 5 2 C a p ít u l o X V de varios santos padres y doctores de la Iglesia de quienes tengo tomadas muchas y largas citas y en la composición de libros. Este continuo trabajo intelectual, moral y religioso de que dan prueba ineludible mis ya numerosos escritos me ha servido muchísimo para sobrellevar las graves contrariedades de mi vida conventual y preservarme de la corrupción y de la apostasía. No he hecho grandes servicios a la Orden, pero, no por falta de voluntad, sino porque los Superiores no han querido utilizarme, no han querido servirse de mí, no me han dado ocasión ni medios para servirla. Repito ahora lo que en 1887 escribí al Rmo P. General: Si yo fuera un fraile ambicioso me habría propuesto llegar hasta donde llegan otros, y no ignoro el camino que conduce a los cargos elevados de la Orden, y ese camino lo habría seguido. Pero la ambición nunca me ha agitado y, por eso, no he traicionado a mi conciencia y he reprobado lo que según su dictamen debía condenar y he dicho la verdad a los Superiores cuando he creído llegado el caso de tener que decírsela. Si yo hubiera callado, si hubiera disimulado, si hubiera hecho la corte a los poderosos de la Orden, otra muy distinta habría sido mi suerte en la Orden misma, pero en cambio habría obrado contra los fueros de la verdad, de lajusticia y de la caridad, contra los fueros de mi conciencia, pues yo veía muy claro que el proceder de los Superiores Mayores era funesto a la observancia regular, a la santificación de los religiosos, a su verdadera unión y concordia, a la paz conventual y a la prosperidad de la Orden, la cual no consiste precisamente en el número de frailes sino en el florecimiento de la verdad y de las letras. Amé la justicia y defendí la verdad, esto me ha creado muchos enemigos y algunos de ellos poderosos, por eso me he visto precisado a salir de laOrden. Podía haber continuado en ella; pero como yo no estaba en ánimo de aprobar lo que debe ser condenado según las leyes de Dios, de la Iglesia y de laOrden, habría tenido que sufrir muchas penalidades y por mucho tiempo, quizá durante toda mi vida. Recurso a la Santa Sede, se dirá. En la práctica es moralmente imposible. Toda la fuerza de la Orden esta concentrada en los Superiores Mayores, y éstos tienen casi

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