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S a l i d a d e l C o n v e n t o d e S a n l ú c a r d e B a rra íM e d a p a r a C á d iz 2 4 9 siempre es perjudicial al religioso, siempre daña su honor y, por esto mismo, perjudica sus intereses materiales. Si el honor es para todos un gran bien lo es mucho más para los eclesiásticos. El eclesiástico que no conserva íntegro su honor o lo tiene empañado, se encuentra en situación muy desfavorable aun para sus intereses materiales. La secularización, en realidad, no honra ni a la Orden ni al secularizado, pero a éste menos que a aquéllos, como el divorcio no honra a ninguno de los divorciados. Los Superiores Mayores que me han forzado a secularizarme han atentado contra mi honor y contra mi subsistencia. En la profesión religiosa, amás de la emisión de los votos que ligan al hombre con Dios, hay un contrato que liga el que profesa con la Orden que acepta su profesión: el individuo queda obligado a servir a la Orden y la Orden queda obligada aproveer a las necesidades del individuo y esaobligación mutua seafirma, sehacemás sagrada einviolable si la Orden hace conferir al religioso el orden sacro. El religioso es así ordenado a título de voto de pobreza, porque la Orden responde de su subsistencia y se obliga, nuevamente, y con mayor fuerza, a proveer a sus necesidades aun temporales. La secularización rescinde o, por lo menos, suspende este contrato y, por esto, la Iglesia dispone que todo secularizado seabstenga de ejercer el ministerio sacerdotal, mientras no se provea de otro título equivalente a su profesión religiosa o esté legítimamente dispensado de él, porque la Iglesia no quiere, por su decoro propio y por el honor de sus ministros, que el sacerdote ejerza su ministerio y mendigue, o se ocupe en cosas inconvenientes al estado sacerdotal. No hay duda alguna que la fidelidad a los contratos es obligatoria para ambas partes contratantes y que la fidelidad al contrato que envuelve la profesión solemne es gravemente obligatoria en justicia, tanto para la Orden como para el profeso, y, mucho más todavía, si éste es ordenado in sacris atítulo devoto de pobreza. La Orden la representan los Superiores que la gobiernan, y éstos, en lo que a mí se refiere, no han cumplido lo que me prometieron cuando aceptaron mi profesión; han sido infieles al contrato e infieles en las cosasmás graves y esenciales. Expuestos quedan

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