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M is ú ltim o s d ía s e n S a n l ú c a r d e B a r r a m e d a e n 1 8 9 3 2 3 7 mí: “ Si no fueras culpable no te castigaríamos”. A lo cual contesto yo: “¿Qué delitos son ésos?. Vosotros que acusáis y castigáis tenéis el deber de probar que he delinquido y en qué. Es indudable que el acusado y el castigado tiene el derecho de saber de qué se le acusa y por qué se le castiga; y el derecho de defenderse. El dar palo de ciego será muy cómodo y fácil; pero que seajusto no lo creo, no es admisible en manera alguna. Si quisieran decir la verdad, si pudieran decirla sin deshonrarse y condenarse a sí mismos dirían: “Te echamos ignominiosamente de Pamplona en marzo de 1885 porque te quejaste de que la observancia regular era sistemáticamente atacada, porque no favoreciste la abolición del Comisariato, porque tus discípulos te respetaban y querían demasiado lo mismo que otros religiosos, porque tu prestigio iba creciendo de día en día, y como tú no secundabas nuestras miras eras un estorbo a nuestros planes por eso te quitamos de en medio, y te inutilizamos. Por lasmismas causas consumamos tu ruina en diciembre de 1892 y en el curso de 1893. Lo de las malas doctrinas es un pretexto que nos ha servido admirablemente bien para darle el golpe mortal, y salvar las apariencias de justicia y honradez de que deben estar revestidas nuestras medidas” Sólo Dios conoce el corazón humano de una manera intuitiva e infalible, y nosotros no conocemos el ajeno sino por conjeturas y, según sean sus fundamentos, así es el valor que tienen y el crédito que merecen Yo no puedo persuadirme que los Superiores hayan procedido conmigo de buena fe. Si hubieran procedido de buena fe habríanme dicho: “Has sido acusado de tal cosa, de tal otra. ¿Es verdad que tú profesas y enseñas tal doctrina, tal otra?. Si es verdad, debes reconocer tu error y retractarte, si no te retractas, has de ser castigado, y el castigo ha de ser tanto mayor cuanto más grande fuere tu obstinación”. Esto es lo que Jesucristo, su santa Iglesia y nuestra Regla y Orden mandan que se haga Esto es lo que hacen los Superiores que son buenos y quieren bien a sus súbditos. Esto es lo que nunca se ha hecho, lo que nunca se ha querido hacer conmigo. Yo he instado, yo he suplicado, yo he requerido, pero siempre inútilmente. Desde Francia escribía al Rmo. P. Ministro General: “Dígame

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