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M is ú ltim a s s em a n a s e n S a n lú c a r d e B a r r a m e d a e n I 8 9 3 2 2 9 1884, dos religiosos procedentes de Pamplona redactaron en Arenys de Mar una acusación contra mí y la enviaron a Roma. En su virtud el Rmo. P. Procurador General, ex oficio, hizo las investigaciones que consideró necesarias, para averiguar la verdad de las cosas. Las investigaciones conspiraron unánimemente en mi favor y, en vista de este resultado, no seme dijo nada. ¿No era natural que a los acusadores se les dijera algo?. ¿No era natural que los Superiores tomaran las providencias oportunas para poner fin a los rumores calumniosos e infamatorios?. Así parece, pero no hubo nada de eso, y los acusadores continuaron propagando la calumnia. “En marzo de 1885 fui echado ignominiosamente de Pamplona y los autores de la denuncia calumniosa fueron llevados en triunfo, y delante de mí mismo. ¿Y por qué eso?. En realidad porque yo había escrito al Rmo. P. Comisario diciéndole que sugobierno dejababastante que desear, y al Rmo. P. M. General le había escrito indicándole varias de las cosas que debían ser corregidas si se quería atajar las divisiones y discordias que había entonces entre los religiosos. Ésta fue la causa verdadera de que se me echara ignominiosamente de Pamplona, pero como eso no podía decirse, porque habría sido poner en evidencia mi inocencia, y castigar un recurso legítimo a la autoridad competente, se hizo entender a los religiosos y hasta a los seculares, que se me echaba a causa de mis malas doctrinas y mala conducta Y para acreditar mejor tan indigna superchería inventaron la patraña de que el Sr. Obispo de Pamplona había escrito una carta acusándome. Todos los religiosos que me defendieron fueron más o menos maltratados y todos los que me combatieron fueron mirados con especial benevolencia “ ¡Extraña conducta la de ciertos religiosos!. Mientras unos me hacían pasar por acusado del Sr. Obispo de Pamplona, otros me hacían demasiado amigo de S. lima, y que para cortar esta amistad y evitar sus efectos eventuales se me había echado de Pamplona En Francia fue donde supe esto último “¿Qué hicieron los Superiores Generales en mi defensa en tan angustiosas circunstancias?. Nada, absolutamente nada, y para librarme

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