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M is ú lt im a s sem a n a s e n S a n l ú c a r d e B a r r a m e d a e n 1 8 9 3 2 2 1 cargo se confie a tres religiosos del mismo, de los cuales uno ha de ser el preceptor, otro el depositario y otro el provisor, todos bajo la dependencia del Superior local, pero sin poder ejercer ninguno de los tres cargos. Las leyes de la Orden tocante a los misioneros tampoco se guardan como debieran guardarse: algunos son enviados contra toda la inclinación de su voluntad; otros a pesar de su quebrantada salud; otros no obstante todas las señales de poca vocación y de poco espíritu; otros sin haber concluido sus estudios y sin estar ordenados. “Para probar la verdad de mis asertos puedo citar una multitud de casos y los citaré en especie siempre que a S. Rma. le parezca bien. No dudo que de muchas leyes se prescinde en virtud de alguna dispensa; pero hay leyes cuya dispensa debiera hacerse pública, ya para que no se dude de su existencia, ya para evitar el escándalo, ya para tranquilizar a los religiosos: hay leyes cuya dispensa no es posible, porque son leyes de derecho divino y natural. Aun aquellas mismas leyes de que se puede dispensar esmenester no dispensar de ellas sin causa, más o menos grave, según el caso. Las leyes de que se dispensa con frecuencia acaban por perder toda autoridad y no es posible que una Orden religiosa marche bien si la disciplina regular se quebranta o enflaquece a causa de las continuas y multiplicadas dispensas; una vez la disciplina regular ha perdido suvigor, su fuerza, su prestigio, ya no tiene influencia en lamarcha de la Orden y su ruina es inevitable. “¿Quién ignora que hay en España un número algo regular de Superiores que habitualmente no siguen la vida común?. Linos están dispensados de casi todos los ayunos, otros no asisten casi nunca al Coro, otros andan calzados; en una palabra: ni oran, ni meditan, ni estudian, ni viven retirados en el convento. ¿Puede haber dispensa para poner al frente de las comunidades religiosos semejantes?. ¿Dónde está el buen ejemplo que por derecho natural y divino deben dar a la comunidad?. ¿Con qué conciencia podrán ellos corregir los defectos que ellos mismos autorizan con su ejemplo?. Piénselo bien, Rmo. P., piénselo bien ante Dios y ante su conciencia. Aquí mismo, en este mismo convento, hemos tenido un Presidente que era el escándalo de la comunidad y principiaba a serlo de

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