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2 1 8 C a p ít u l o X I I I escribieran lo que mejor les pareciese acerca los puntos indicados en la misma circular. Manifestaba además el deseo de que todos los sacerdotes hicieran otro tanto. En su virtud yo le escribí una carta en la que recordaba el Decreto del Concilio de Trento sobre las elecciones, Decreto confirmado por los Papas Clemente V III y Urbano VIII, Decreto aceptado por las Constituciones de nuestra Orden y en pleno vigor entre nosotros. Le recordaba igualmente que según el derecho natural y divino, las leyes de la Iglesia y las de la Orden, es obligatorio en conciencia, bajo pena de pecado mortal, elegir los más dignos, y que esa dignidad se toma de la ciencia, virtud y prudencia Su Rma. leyó mi carta a más de un religioso y les llamó la atención las indicaciones que yo hacía sobre las elecciones, los electores y los eligendos y, llevados de la curiosidad, consultaron el Concilio de Trento y los Decretos Pontificios. Viendo que en ellos seenseña lo que yo decía, se pusieron en guarda, y se propagó la doctrina indicada. “Su R convocó aValencia y reunió en Masamagrell cierto número de religiosos, y leyó un Decreto por el que se nombraban los Superiores de la Provincia. Los religiosos, viendo que todas las elecciones se habían hecho contra lo dispuesto, bajo pena de nulidad por las leyes de la Iglesia y las de la Orden, y que no se había presentado documento de ninguna especie para acreditar que la Santa Sede había concedido las facultades necesarias para hacer las elecciones contra la forma prescrita, bajo pena de nulidad, por los sagrados cánones y leyes de nuestra Orden, pusieron en duda la validez de su elección. Sí, los mismos elegidos, así de palabra como por escrito, propagaron en toda la Provincia que no estaban tranquilos en su conciencia, que no reputaban válida su elección. “Uno de los Superiores elegidos redactó una Exposición para elevarla a S. Santidad exponiendo las razones en que se fundaban para reputar nula su elección; en la misma dimitían sus cargos respectivos y pedían la celebración de un Capítulo provincial con el fin de proceder a las elecciones en la forma regular y canónica. “Mientras yo estaba predicando un quinario en Fuentes de Andalucía llegaron a Sevilla los M Rdos. Provincial y tercer Definidor,

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