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2 1 2 C a p ít u lo X I I I correcciones y explicaciones: no hay en él, que yo sepa, errores doctrinales rigurosamente tales; pero hay un sabor, un conjunto de tendencias que no hacen sino comprobar lo que he notado. Y este mi juicio, no es sólo mío, es, entre otros, de un grande sabio personaje español que V. C. y todos los españoles respetamos mucho, lo es de los más sabios padres de la Curia Generalicia que lo leyeron. Caro P Cayetano, no se fíe de los elogios de la prensa, ni haga mucho caso de aprobaciones Layerre [sic j, el ilustre historiador de Ntra. Sra. De Lourdes, las tuvo (para un libro) numerosísimas y, con todo, fue condenado por la Santa Sede. En las aprobaciones hay con frecuencia demasiada complacencia en los censores, a veces no se lee el libro, otras veces de corrida Su libro algo corregido será útil. “De lo dicho V. C. deducirá que este pobre P. Calasanz, que ha tenido el disgusto de ser reputado por V. C. como enemigo, no lo tiene a V. C. por hereje, ni por escritor de errores y disparates. Lo juzga, sí, necesitado de un amigo sincero que entre lo mucho bueno que V. C. puede escribir, sepay pueda (y V. C. con cristiana sumisión y amistosa gratitud lo acepte) eliminar lo menos exacto, inoportuno o exagerado. Si en vez deenfadarse con el N. Rmo. P. General y los censores que él nombró cuando nojuzgó poderle dar licencia de publicar alguna obra que V. C. quería imprimir, si en vez de omitir los consejos de tan digno, piadoso y amoroso padre de dedicarse a otros estudios en que V. C. podía evitar más fácilmente los escollos que los censores hallaron, si envez de tomar aquella negativa de ‘ imprimatur’ como obra de sus imaginarios enemigos y perseguidores, hubiese con filial abandono, con espíritu sumiso, y con lagratitud debida aceptado los avisos del sucesor de N. P. San Francisco, no hubiera tenido tan inútiles y hasta tan peligrosos para V. C. (dada su idea de perseguido) sus talentos; y Dios nuestro Señor, y N. P. San Francisco le hubieran bendecido, ¡Ah caro P. Cayetano!, cuando necesitamos (¿y quién no lo necesita?) consejos, amonestaciones, y sujeción de obra y juicio, nada hay tan peligroso, ninguna tentación es tan temible como la de ver en los actos, consejos y decisiones de los Superiores, efectos de envidiosos, rencores, persecución, enemigos y otras imaginaciones diabólicas. Si tales

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