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M is ú l t im a s s e m a n a s e n S a n l ú c a r d e B a r r a m e d a e n 1 8 9 3 2 0 5 puede sostener ningún combate. Ya no pudo pensarse en seguir luchando sino en salir de la Orden. Era cosa clara que la secularización podía aplazarse, pero no podía evitarse y esperar era perder el tiempo y empeorar la propia causa. Cumplía cuarenta y un años: cuanto más tardara en secularizarme peor para mí. Para aquella fecha ya tenía la seguridad de ser recibido por el Sr. Obispo de Cádiz, Dn. Vicente Calvo y Valero: convenía aprovechar la ocasión; escribí, pues, la siguiente carta en francés y la traduzco al castellano: “Rmo. P Procurador General. Roma Rmo. P: ¡El Señor nos conceda su santa paz! Me acaban de intimar la pena de destierro bajo la pena de suspensión si me resisto. Aunque ambas son muy duras e injustas, prefiero la pena de suspensión y la soportaré con paciencia todo el tiempo que sea necesario. Si S. Rma. está satisfecho no habrá necesidad de llevar las cosas más lejos, pero si no está contento, esto es, si de grado o por fuerza queréis desterrarme, haga el favor de remitirme el boleto de secularización: éste será el camino más corto para llegar al fin propuesto En efecto, lo que se quiere es desterrarme con el fin de forzarme a salir de la Orden. Pues bien, Rmo P, nada de vueltas y revueltas, id derechos al término que S Rma. y otros se han propuesto. Es evidente que, una vez desterrado de mi patria, no podré volver a ella sin secularizarme. Pero así como losjudíos querían hacer recaer sobre Pilatos la responsabilidad de lamuerte de nuestro Señor, así sebusca también la manera de hacer recaer sobre mí la responsabilidad de mi secularización. Pero Dios, para quien no hay secreto, no quedará burlado y los malos Pastores tendrán que responder de la oveja perdida. ¿Por qué se me quiere desterrar?, ¿de qué crímenes me he hecho yo culpable?. Mucho se ha hablado contra mí, he sido indignamente calumniado, se me ha perseguido sin piedad, se me persigue también ahora con encarnizamiento, mas esos calumniadores se han guardado bien de repetir ante mí las calumnias que propagan a diestro y a siniestro y ningún Superior, desde el Ministro General hasta el

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