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1 9 8 C a p ít u l o X I I madurez. Acuérdense que la mudanza de Constituciones ha sido siempre en nuestra Orden causa de grandes perturbaciones. Si por la variedad de los tiempos y razones peculiares se ha de hacer algún cambio, provéase a esta necesidad por algún Reglamento especial, pero las Constituciones de nuestra Orden hechas ahora, permanezcan siempre firmes e inviolables’ . Este sano consejo lo tienen en poco algunos de los Superiores Generales y, por todos medios, se esfuerzan a atraer a los religiosos a sus miras; los que secundan estos planes obtienen cuanto quieren de los Superiores y los que los resisten son malvistos, odiados y hasta calumniados” . “Consta por lo explicado cuán peligrosos tiempos corren para laOrden y, si estas tentativas no son reprimidas atiempo con mano vigorosa por la SedeApostólica y no son respetadas las leyes cuya observancia hadecaído, launidad de nuestra Orden perecerámiserablemente. El hecho de separarse los Observantes de los Conventuales y los Capuchinos de los Observantes fue precedido y seguido, como todos saben, de grandes contiendas y animosidades entre los religiosos”. “No queremos acusarjurídicamente anuestros Superiores ante la Sede Apostólica, sino denunciarle o más bien referirle cuanto pasa entre nosotros, indicarle las causas de que proviene y el fin a que tiende para que provea de remedio según Dios y según su acostumbrada piedad y sabiduría, se digne librarnos de los males presentes y de los que nos amenazan, pues como los Superiores no quieren desistir de su empeño y pretenden todavía ocultarlo para que no sea impedido, la autoridad de la Sede Apostólica es el único remedio y nuestra única esperanza” “Aprobamos y defendemos la exposición y denuncia hecha a la Sede Apostólica por todos los Superiores de la Provincia de Toledo y suplicamos a la vez que con amplias informaciones se comprueben cuidadosamente los hechos expuestos en la misma y en ésta, no para que sean castigados sus autores, sino para que pronto y eficazmente se provea a la disciplina regular, a la paz y tranquilidad de los religiosos y a la prosperidad de la Orden, principalmente en España”. “Y Dios, etc., etc. España junio de 1893”

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